Este signo es
muy característico, pero, ¿qué significa?
En cada
celebración eucarística, cuando el sacerdote extiende sus manos sobre el pan y
el vino, el acólito hace sonar la campanita y todos en la audiencia nos ponemos
de rodillas. Asimismo, en cada elevación del Cuerpo y la Sangre de Cristo, se
vuelven a escuchar las campanitas. Este signo es muy característico y, en lo personal,
me gusta. Pero, ¿qué significa?
Antes del
Concilio Vaticano II, la Misa se celebraba “mirando al oriente”, es decir, los
fieles miraban al sacerdote de espaldas, quien en voz baja y en el idioma
latín, dirigía la celebración. Esto ocasionaba que muchos asistentes se distrajeran y,
por lo tanto, no comprendían lo que pasaba en cada momento de la celebración.
De modo que las campanitas eran de mucha utilidad en el momento culmen de la consagración.
Cuando las campanitas se tocaban,
era la señal para que cada quien tomara consciencia y prestara atención al
milagro que estaba por suceder, Cristo mismo se hace presente en Cuerpo, Alma y
Divinidad. Las campanitas, también se hacían oír durante la elevación de los
dones y en las genuflexiones que el sacerdote realizaba.
Después del
Concilio, el rito tridentino de la misa se modificó para quedar como lo
conocemos ahora, denominado forma extraordinaria. Hoy, la eucaristía se celebra
en la lengua de la región, con el sacerdote de cara a los fieles y en voz alta.
Que se hagan sonar las campanitas
en el momento de la consagración, no es obligatorio y se deja a voluntad del
ministro celebrante. La Instrucción General del Misal Romano en su
numeral 150 refiere: “Un poco antes
de la consagración, el ministro, si se cree conveniente, advierte a los fieles
con un toque de campanilla. Puede también, según las costumbres de cada lugar,
tocar la campanilla en cada elevación”.
Pero yo
considero que su uso sigue siendo de mucha utilidad, puesto que, en la
actualidad, la Misa resulta ser entendible y permite la participación activa, no falta aquella persona que en
algunos momentos de la celebración se distraiga en otros pensamientos y pierda
conciencia de los momentos importantes. Por lo que, en el
momento de la plegaria eucarística, el sonido de las campanitas lo hará volver hacia el acontecimiento que
se está celebrando en el altar.
Además,
gracias a los signos visibles que contemplamos en la Misa, tales como los
colores en las vestiduras de los sacerdotes, las imágenes, cantos, flores,
velas, incienso o campanitas, es que podemos adentrarnos en la celebración de
la que todos formamos parte y, de esa manera, ser conscientes de la importancia
y el sentido de cada momento de la Eucaristía.
En consecuencia, el uso de las
campanitas en la liturgia nos ayuda a recordar lo que estamos por vivir. Junto
con todo el cielo y la Iglesia universal adoramos con gozo y piedad el
sacrificio de aquel que se hace alimento para nosotros. Junto con el
sonido de las campanitas elevamos nuestra alabanza al Señor, al Santo de los
Santos.
Por: Daniel Alberto Robles Macías
Fuente:
ConMasGracia.org