Transformados
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Como
dice el chiste malo, mis vacaciones están siendo “de spa”: un día s pa’ barrer,
otro día s pa’ ordenar... En fin, esa puesta a punto que tanta pereza da, pero
que en algún momento hay que hacerla.
En
mi planificación, tenía apuntado que “el viernes s pa’ limpiar cristales”. Los
cristalitos en cuestión pertenecen a las ventanas del refectorio (comedor). Un
total de 16 cristales de casi dos metros de alto. Menos mal que la Priora y
Aroa, en un acto de misericordia y compasión, vinieron a ayudarnos... si no, te
digo yo que aún estaría bayeta en mano.
Mientras
frotábamos los primeros, Aroa comenzó a comentar:
-Tendríamos
que ser como los cristales; así de transparentes...
-Y
dejando pasar la Luz del Señor para los demás -apunté divertida.
-Y
dejando ver el interior -apostilló otra.
-¡Y
así de altas! -concluyó feliz Aroa.
-Bueno,
yo creo que eso ya es pasarse...
La
mañana transcurrió alegremente. Ya por la tarde, en la oración, me vino de
pronto a la memoria este diálogo.
Sí,
realmente, cualquiera querría que su vida fuese como el cristal: transparente,
luminosa... pero, ¿quién es así? “Nosotros”, le dije al Señor, “no somos de
cristal, sino de barro, de arena”.
Y,
en ese preciso instante, ¡sentí que el Señor me hacía entender! Al fin y al
cabo, ¿de dónde sale el cristal? ¡El cristal es arena!
Puede
parecer que nuestra debilidad, nuestra pobreza es un impedimento para seguir a
Jesucristo, para mostrar su amor, ¡parece que nos hace “opacos”! Sin embargo,
es precisamente en nuestra debilidad donde vemos el amor del Señor con
nosotros... es en la debilidad de los demás donde podemos amarles de verdad.
¿Qué
hace que la arena se transforme en cristal? ¡¡El fuego!! Y Cristo dijo que
había venido “a prender fuego al mundo”... No es cuestión de que dejes de ser
barro, sino que sientas el amor incondicional de Jesús en tu pobre arena, ¡y te
transformarás en cristal! No es cuestión de dejar de ser arena, ¡sino de
acercarse al Fuego!
Hoy
el reto del amor es que te unas a Cristo para transformar la realidad. Lo
primero de todo, dedica unos minutos al Señor. Déjate mirar por Él: ¡lo que
Cristo mira, lo transforma! Y hoy, cuando surja un problema, o algo no salga
como estaba previsto, mira al Señor y, con Él, ¡transforma la dificultad en
oportunidad! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Enlace
para solicitar el calendario “VIVE DE CRISTO 2019”:
Fuente: Dominicas de Lerma