La
gran cosecha
Hola,
buenos días, hoy Matilde nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Este
año el Señor ha bendecido nuestra tierra con copiosos frutos, y no solo de
huerta (suculentos tomates, berenjenas, pepinos…), me refiero también a los
árboles frutales: peras, ciruelas, membrillos y, sobre todo, frutos secos:
avellanas, nueces y almendras. ¡Qué gordas y abundantes!
Ahora
llega el tiempo de la recolección y, esta semana, después de varear y coger las
nueces, hemos ido a por las almendras… ¡muchas y enormes! ¡Una hermana dijo
que, de un solo árbol, cogieron 4 carretillas llenas!
La
comunidad hace esta tarea por grupos: unas varean, otras recogen, unas pocas
hermanas llevan los frutos a la sala de trabajo, y allí un equipo se dedica a
pelarlas. Yo soy de estas últimas, y me encanta esta faena tan gratificante.
Sentadas,
hay que rodearse de varias cajas: en unas se echan las ramas y hojas para
tirar; en otras se ponen las almendras que están limpias y relucientes; y, en la
última caja, están las que tienen la cubierta verde hermética. Esas se ponen
aparte para darles tiempo. En unos días se abrirán solas y se podrá acceder a
su fruto.
Contemplando
estas pequeñas criaturitas vivas en mis manos, pensaba que así hace Jesús con
nosotros. Él, como buen Cosechador, sabe descubrir en ti el tesoro que llevas
dentro. Tal vez tú veas hojas y ramas (ese mal genio, o tus miedos, o...) pero
Él, al mirarte, siempre descubre lo mejor de ti, esa “almendra” que Él puso en
tu corazón.
Y,
Cristo no se desanima si esa almendra está envuelta en una cáscara hermética...
¡Él es el Señor del tiempo, sabe tener paciencia! Jesús sabe esperar, sin
forzar, sin hacer violencia. Sobre estas almendras sigue derramando también el
calor de su amor. ¡Así la cáscara se seca, y se abre sola!
No
importa el tipo de almendra que seas: Jesús quiere atraer a todos los hombres a
su Corazón, que es un horno de piedad y misericordia… Al calor del Amor de
Jesús, descubrirás tu auténtico valor, el tesoro que llevas dentro.
Hoy
el reto del amor es meditar qué “almendra” eres… y dar gracias a Dios porque te
ama con un amor personal y único, como eres; dale gracias porque Él es paciente
contigo y cree en ti, en el tesoro que Él sabe que llevas dentro... ¡Que pases
un feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
