Fray
Tulio se propuso ayudar a los campesinos para que legalizaran las tierras que
la cultivaban, lo que le valió amenazas de muerte
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| ofm.org |
La
Guatemala católica tiene, al menos este pasado fin de semana, un motivo de
alegría: dos nuevos beatos: Fray Tulio Maruzzo y Luis Obdulio Arroyo, quienes
fueron beatificados el sábado 27 de octubre en Izabal.
Dos
“mártires de la justicia”, el uno, Fray Tulio, de la Orden de Frailes Menores
(OFM), y el otro, el laico izabalense Arroyo, llegaron a los altares en una
ceremonia a cargo del cardenal Giovanni Angelo Becciu, Prefecto de la
Congregación para las Causas de los Santos, en representación del Papa
Francisco.
El
obispo del vicariato Apostólico de Izabal, Domingo Buezo Leiva dijo, durante la
ceremonia, que se trata de una “beatificación histórica”, pues es la primera
ocasión que un laico en Centroamérica y el Caribe, el guatemalteco Arroyo es
elevado a los altares en su propia Patria.
Hombres de fe y oración
Junto
con Fray Tulio, Luis Obdulio representa “la sed de justicia para los
desprotegidos y que su martirio llegó por el odio a la fe de un pueblo noble”,
dijo previo al acto de beatificación, monseñor Buezo.
Y
agregó el prelado guatemalteco: “convencidos de una verdad profunda en la vida
de todo cristiano, siendo esta convicción que los llevó a enfrentar muchas
dificultades, resaltando la de vivir y trabajar conscientes de que estaban
amenazados por hacer el bien, y que, en cualquier momento, podían ser víctimas
del odio de quienes vivían en el imperativo de un sistema de violencia”.
Buezo
dijo que los llamados “mártires de Izabal” murieron juntos, “cumpliendo una
misión de servicio; eran hombres de fe y oración, fieles a Dios y llenos de su
amor. Eran hombres desprendidos totalmente de sus propios intereses y sabían
que pertenecían a Dios”.
Horas
antes de la ceremonia de beatificación fue presentado el cortometraje “Cuando
la selva lloró sangre” el cual da a conocer los momentos más relevantes en la
vida de los futuros beatos hasta el momento de su martirio.
El
Padre Anton Grech indicó que pobladores de Izabal formaron parte del elenco en
la producción del cortometraje y personificaron a los beatos y recrearon escenarios
y vestuarios de la época.
“La
producción se realizó con el apoyo del canal católico Stella Maris TV y la
Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, en ella se revela un momento
importante cuando un niño fue utilizado para detener el vehículo en que se
conducían los siervos de Dios minutos antes de que fueran asesinados en 1981”,
explicó.
El
pueblo izabalense se hizo presente, en esta área del país predomina la cultura
garífuna.
Ayudaron a los desposeídos
Fray
Tulio y Luis Obdulio fueron asesinados el 1 de julio de 1981 –durante el
conflicto armado interno que sufrió el país entre 1960-1996– en Quiriguá,
región de Los Amates (Izabal) por defender las causas de los campesinos, de los
más desposeídos.
Maruzzo
nació el 23 de julio de 1929 en la provincia de Vicenza (Italia) y llegó a
Guatemala el 16 de enero de 1960. Trabajó en las parroquias del Sagrado Corazón
de Puerto Barrios; luego en la parroquia de Entre Ríos y más tarde, el 28 de
febrero de 1968, fue nombrado el primer párroco de la parroquia de San José en
Morales, también en Izabal.
De
buen carácter, pasaba largas horas escuchando a los campesinos, visitaba más de
cincuenta aldeas y conocía a sus parroquianos por su nombre. Fray Tulio se
propuso ayudar a los campesinos para que legalizaran las tierras que la
cultivaban, lo que le valió amenazas de muerte y se convirtió en un obstáculo
para los terratenientes.
El
religioso fue acusado de colaborar con la guerrilla, por lo que sus superiores,
temiendo por su vida, lo trasladaron a la Parroquia del Sagrado Corazón de
Quiriguá, El 14 de mayo de 1980. Allí conoció al catequista y colaborador
parroquial Luis Obdulio Arroyo Navarro, laico oriundo de Quiriguá, de treinta
años de edad.
Luis
Obdulio era muy dedicado al trabajo en la parroquia, donde manejaba el carro de
los franciscanos y acompañaba a las aldeas. A pesar de las amenazas, el
guatemalteco no abandonó a Fray Tulio en sus visitas a las comunidades hasta
que el 1 de julio de 1981, a las 22:30 hora local, cerca de las ruinas de
Quiriguá, fueron emboscados y asesinados.
Por
estos acontecimientos y por el valor de su testimonio, el cardenal Giovanni
Angelo Becciu, Prefecto de la Congregación de las Causas de los Santos, en su
homilía dentro de la ceremonia de beatificación de “los mártires de Izabal”,
subrayó que los nuevos beatos “alcanzaron la meta de su vocación cristiana
atravesando la gran tribulación del mundo”.
Y
terminó diciendo a la multitud que acudió al acto: “Nunca pierdan de vista el
ideal por el cual el Beato padre Tulio y el Beato Luis Obdulio han dado su
vida: mostrar el rostro de una Iglesia signo de esperanza y rica del amor de
Dios que abraza a todos, pero sobre todo a los descartados y a los oprimidos”.
*Con
información de Prensa Libre*
Jaime
Septién
Fuente:
Aleteia
