Para una vida humana, noventa años son muchos; en
cambio para la Obra son ciertamente pocos. Seguimos en los comienzos: que esto
nos sirva como un recuerdo del don que hemos recibido y de la hermosa misión
que Cristo ha puesto en nuestras manos
«Es
Dios quien fundó» el Opus Dei y «quien lo sigue llevando adelante», escribe el
prelado Fernando Ocáriz con motivo del 90 aniversario de la institución. Sin
embargo, Él «ha querido contar con nosotros para hacernos colaboradores suyos
[…].
A veces puede parecernos que, en realidad, nuestro papel en los planes de Dios es irrelevante; sin embargo, Él se toma en serio nuestra libertad, y cuenta verdaderamente con nosotros».
A veces puede parecernos que, en realidad, nuestro papel en los planes de Dios es irrelevante; sin embargo, Él se toma en serio nuestra libertad, y cuenta verdaderamente con nosotros».
Este martes se ha cumplido
el 90 aniversario de la fundación del Opus Dei, que tuvo lugar el 2 de octubre
de 1928. Con motivo de esta efeméride, el actual responsable de la institución,
monseñor Fernando Ocáriz, ha escrito una carta pastoral en la que invita a los
fieles a dar gracias al Señor, que «ha querido contar con nosotros para
hacernos colaboradores suyos».
En la misiva, el tercer
sucesor de san Josemaría Escrivá asegura que «es Dios quien fundó» el Opus Dei
y «quien lo sigue llevando adelante». Sin embargo, Él «ha querido contar con
nosotros para hacernos colaboradores suyos […]. A veces puede parecernos que,
en realidad, nuestro papel en los planes de Dios es irrelevante; sin embargo,
Él se toma en serio nuestra libertad, y cuenta verdaderamente con nosotros».
De esta forma, «Dios cuenta
también con nuestra correspondencia diaria, hecha de cosas pequeñas que se
engrandecen por la fuerza de su gracia. Y así, dedicamos nuestros mejores
esfuerzos a buscarle en nuestro trabajo, a servir a las personas que nos
rodean, procurando mirarlas y amarlas como Él, a hacer presente en el mundo, de
mil maneras distintas, la luz y el calor que ha puesto en nuestros corazones».
Esta es la carta completa
de Fernando Ocáriz:
Queridísimos: ¡que Jesús me
guarde a mis hijas y a mis hijos!
Mañana se cumplen 90 años
desde el 2 de octubre de 1928:«Ese día el Señor fundó su Obra, suscitó el Opus
Dei» (Apuntes íntimos, n. 306), escribió san Josemaría poco tiempo después. La
alegría con que celebramos este aniversario es, a la vez, acción de gracias a
Dios, que enriquece continuamente a su Iglesia con dones y carismas: «Dad
gracias al Señor porque es bueno, porque es eterna su misericordia» (Sal
118,1). Ante nuestro Padre se abría un panorama inmenso: cooperar a la
reconciliación del mundo entero con Dios, a través del trabajo profesional y de
las demás circunstancias de la vida ordinaria.
Consideremos la primacía de
Dios: es Él quien fundó su Obra, y quien la sigue llevando adelante. Como en
toda la Iglesia, se cumplen las palabras del Evangelio: «El Reino de Dios viene
a ser como un hombre que echa la semilla sobre la tierra, y, duerma o vele
noche y día, la semilla nace y crece, sin que él sepa cómo. Porque la tierra
produce fruto ella sola: primero hierba, después espiga y por fin trigo maduro
en la espiga»
(Mc 4,26-28).
(Mc 4,26-28).
San Josemaría puso lo que
estaba de su parte: una oración intensa, una lucha interior decidida y una
infatigable iniciativa apostólica. Sin embargo, tuvo siempre la convicción de
que toda esa fuerza que lo impulsaba a servir a las almas venía de Dios: «Te
agradezco, Señor, que hayas procurado que yo comprenda, de manera evidente, que
todo es tuyo: las flores y los frutos, el árbol y las hojas, y esa agua clara
que salta hasta la vida eterna. Gratias tibi, Deus!» (En diálogo con el Señor,
p. 308).La primacía de la gracia de Dios es igualmente real en toda vida
cristiana, en la vida de cada una y de cada uno.
Además de considerar el don
de Dios, renovemos nuestro agradecimiento porque ha querido contar con nosotros
para hacernos colaboradores suyos (cfr. 2 Cor 6,1), a pesar de nuestra
poquedad. A veces puede parecernos que, en realidad, nuestro papel en los
planes de Dios es irrelevante; sin embargo, Él se toma en serio nuestra
libertad, y cuenta verdaderamente con nosotros.
Pensemos en aquel muchacho
que supo poner lo poco que tenía –cinco panes y dos peces– en las manos de
Jesús: a partir de ese gesto de generosidad, Cristo dio a comer a una multitud
(cfr. Jn 6,1-13). Dios cuenta también con nuestra correspondencia diaria, hecha
de cosas pequeñas que se engrandecen por la fuerza de su gracia. Y así,
dedicamos nuestros mejores esfuerzos a buscarle en nuestro trabajo, a servir a
las personas que nos rodean, procurando mirarlas y amarlas como Él, a hacer
presente en el mundo, de mil maneras distintas, la luz y el calor que ha puesto
en nuestros corazones. Todo eso es nuestra pequeña colaboración de hijos, de la
que se sirve nuestro Padre Dios para obrar maravillas en las almas.
En breve comenzará el Sínodo sobre
los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional. Sigamos rezando,
pidiendo luces e impulso para que el mensaje de Jesús continúe llegando a
muchos chicos y chicas, y se decidan a seguirle generosamente por los distintos
caminos que existen en la Iglesia. La cercanía de este evento eclesial con el
aniversario de la Obra nos puede ayudar a ver nuestra propia personal vocación
con una renovada ilusión, propia de un corazón joven y enamorado. Nuestro
Fundador no perdió nunca esa juventud de alma.
Pasó por muchas
contrariedades y sufrimientos, sin embargo se mantuvo siempre joven por su amor
al Señor. Nos manifestaba así el secreto de su vitalidad: «Al rezar al pie del
altar al Dios que llena de alegría mi juventud (Sal 43,4), me siento muy joven
y sé que nunca llegaré a considerarme viejo; porque, si permanezco fiel a mi
Dios, el Amor me vivificará continuamente: se renovará, como la del águila, mi
juventud (Cfr. Sal 103,5)» (Amigos de Dios, n. 31). Si permanecemos unidos al
Señor, seremos siempre jóvenes, y Él seguirá haciendo la Obra, siempre antigua
y siempre nueva, en los diferentes lugares, culturas y tiempos.
Para una vida humana,
noventa años son muchos; en cambio para la Obra son ciertamente pocos. Seguimos
en los comienzos: que esto nos sirva como un recuerdo del don que hemos
recibido y de la hermosa misión que Cristo ha puesto en nuestras manos.
No dejéis de acompañarme
con vuestra oración y, sobre todo, acompañemos estos días al Santo Padre para
ir todos juntos a Jesús por María.
Con todo cariño os bendice
Vuestro Padre,
Fernando
Roma, 1 de octubre de 2018
Fuente: Alfa y Omega