Reloj
de arena
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
En
el refectorio (el comedor) tengo justo enfrente a Aroa, que tiene puesto un
pequeño reloj de arena cerca del plato. Llevo mucho tiempo mirándolo y me
preguntaba si sería para terminar de comer antes de que caiga la arena.
Ayer
le pregunté el motivo del reloj de arena y me dijo:
-El
reloj me recuerda que tengo que comer despacio por bien de mi estómago, que
necesita su tiempo para que la comida le caiga bien, ¡el reloj da su tiempo a
mi estómago!
Curioso,
pues siempre miramos el reloj para mostrar que tenemos prisa, para ver cuánto
queda para lo siguiente, para ponernos un límite de hora... y, sin embargo,
ella lo usa para alargar más, para dedicar más tiempo.
Y
el reloj en realidad es el que nos tiene que dar tiempo, tiempo de calidad para
estar con tu familia, con tus amigos, en la iglesia... Necesitamos nuestro
tiempo para que las cosas “nos caigan bien”; para poder escuchar y digerir con
calma las palabras de los demás, ¡los momentos que se nos regalan cada día!
Jesús
vivía dando plenitud a cada instante. Si algún acontecimiento o persona se
cruzaba en su camino, dedicaba toda su atención. Con la calorina de la tarde,
junto al pozo fue todo oídos para la samaritana y no le faltaron las palabras
de consuelo que le cambiaron la vida.
Cristo
te espera en tu presente, es ahí donde está tu plenitud.
Hoy
el reto del amor es que dejes que cada momento “te caiga bien”. ¿Qué plan
tienes? ¿Tu familia, tus amigos? No mires en ese tiempo el reloj o el móvil y,
cuando sientas mirarlo, di por dentro: “Este es mi momento de plenitud;
gracias, Señor, por poner a ...... a mi lado”. ¡Disfruta del domingo y de todos
los que están junto a ti!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma