Salvados
por la campana
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¡Ya
es todo un hecho! Para la mayoría de las personas, las vacaciones terminaron y
comienzan los trabajos, y quizá con más preocupaciones, porque parece que ahora
el mundo entero quiere poner todo al día...
El
otro día el Señor me regaló experimentar un poco de esto. Me pasé la mañana
plenamente concentrada al ordenador, realizando un trabajo que requería toda mi
atención. Casi ni me levanté, pero de pronto: “Tin, tin, tin, tin...” Tocan la
campana... Era la hora del rosario. Y, cuando toca la campana, dejamos todo
para acudir al coro.
Pero...
no puedo expresar lo que me costó cortar. Con lo centrada que estaba, y yendo a
contrarreloj, no me podía creer que ya se hubiese pasado el tiempo. Tenía que
dejarlo como estaba.
Confieso
que estaba en el rosario, aunque con la cabeza puesta en mi trabajo. Sin
embargo, la cosa no quedó ahí, ya que por la tarde vino a sucederme lo mismo. A
eso de las 19:25, cuando ya el campanario anunciaba las vísperas... volvía a
tener esa misma sensación.
Pero
esta vez, mientras me vestía para bajar al coro, el Señor me regaló ver que
tenía que cortar, dejar el trabajo en Sus manos y bajar a descansar en Él.
Nosotras
cortamos el día en 7 partes para bajar al coro a rezar. Lo hacemos por amor,
para volver a colocar al Señor como dueño de nuestro corazón y de nuestra vida.
Y ayer experimenté de lleno el sentido de esto.
Y
es que solo hay una cosa que nos hace cortar con la razón: el corazón. Puedes
dejar de pensar en el trabajo, que es importante, que te preocupa... únicamente
por amor. Solo el amor, cuando le damos la oportunidad, puede tener mas peso en
nuestra vida que nuestras vueltas a la cabeza.
En
vísperas, le daba gracias al Señor por las oportunidades que nos da cada día
para volver una y otra vez a descubrir qué y Quién es lo único importante. Y le
pedía por tantos padres y madres que llegan a casa después del trabajo cargados
de preocupaciones o de problemas que se han quedado sin resolver.
Cristo
quiere que amemos y, por ello, es Él quien nos da la oportunidad de soltar
estas preocupaciones confiando en que Él se ocupa para que nosotros nos podamos
dedicar a nuestra familia y, como en nuestro caso, a estar con Él.
Descansa
en la certeza de que tú nunca tienes la solución, pero Él sí, y da por hecho
que, si confías, cuando vuelvas sobre ello al día siguiente, Él te volverá a
guiar para llegar a tiempo, o para encontrar la solución.
Hoy
el reto del amor es dedicarte a los tuyos cuando llegues a casa. Cuelga en su
cruz los motivos de tus preocupaciones. Cuando se trata de amar, nada es más
importante ni más urgente.
¡Apuesta
por el Amor! ¡Apuesta por tu familia!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma