En
preparación al IX Encuentro mundial de las familias en Dublín, los
organizadores han creado también una serie de videos dedicados a los niños, son
dibujos animados que reflexionan sobre la Exhortación Apostólica del Papa
Francisco, Amoris Laetitia
En
el texto que acompaña al video afirma que en “Amoris Laetitia”, el Papa
reflexiona sobre la importancia de dedicar tiempo al otro para hacer posible
que crezca el amor. Dice que “el amor necesita un tiempo constante, donde todo
lo demás queda en segundo lugar. El tiempo es necesario para hablar las cosas,
compartir planes y escucharse el uno al otro”.
Sin
embargo, en la era digital, ese tiempo familiar que se merece nuestra pareja
está amenazado por la relación especial que hemos construido con móviles y
dispositivos digitales. A todos nos encantan las ventajas que nos brindan las
nuevas tecnologías, se lee más adelante, basta un instante para acceder a
información de todo el mundo. Estamos mucho más conectados que nunca. Ponemos
mantener el contacto con familiares y amigos, incluso cuando están muy lejos.
Pero
estos dispositivos también tienen un coste oculto que puede irrumpir en la vida
familiar. Estos pequeños aparatos que capturan nuestra atención cada minuto del
día, pueden parecer inofensivos. Por último, se lee en el texto, que es
irónico. Estamos digitalmente conectados con todo el mundo, pero jamás hemos
estado tan desconectados unos de otros. Y a medida que el mundo se acelera, el
ritmo frenético de nuestra cada vez más conectada sociedad puede causarnos
enormes problemas.
Las
parejas llegan agotadas del trabajo, sin ganas de hablar. Y se refugian en
distracciones digitales. Cuando una pareja no sabe pasar tiempo juntos, es
fácil que escape de lo que se ha convertido en una incómoda cercanía y busque
refugio en un mundo virtual poco exigente, en vez de afrontar los desafíos
reales de la vida familiar. Como dice el Papa, la vida en familia impide fingir
o mentir. En casa no podemos escondernos tras una máscara, porque se ve nuestro
verdadero yo.
La
espiritualidad del amor familiar se construye a partir de pequeños gestos
cotidianos de cariño y atención hacia el otro. Desde ofrecerle completa
dedicación, compartiendo las aventuras de cada día, hasta escucharle atentamente
cuando han tenido un día difícil. Son pequeños actos de ternura que tejen
la estructura de una familia unida y alegre, en la que Dios tiene también un
lugar. Por eso, si conseguimos apagar nuestros dispositivos y dar al otro todo
nuestro tiempo, encontraremos un espacio en el que crezca la verdadera alegría
del amor.
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Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
Vatican
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