El
desafío de pelar avellanas
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Algunas
veces, en la mesa del refectorio (comedor), en tu sitio, la procuradora pone un
plato lleno de frutos secos de la huerta: avellanas, nueces, almendras... Esta
vez tocaban avellanas, pero no creas que están peladas... No, te las dan como
se recogen del árbol, y tienes que cascarlas poco a poco.
Pues
bien, no sé cómo lo hago, pero, cuando uso el cascador, siempre me llevo algún
buen pellizco. Bueno, en realidad es que, como las monjas somos muy apañadas y
como no tenemos cascador de nueces ni avellanas, usamos el de cascar el
marisco, porque marisco nunca tenemos, ¡pero sí tenemos cascador! Y así usamos
el cascador de marisco para cascar las avellanas. Pero, claro, no deja de ser
un apaño... Como te puedes imaginar, el resultado es espachurrar la avellana y
pellizcarte en la mano.
Mirando
las avellanas me daba cuenta de cómo muchas veces usamos mal las cosas, las
apañamos para que todo valga, mezclamos sin dar importancia a lo verdadero, y
así el resultado nunca puede ser bueno.
A
veces estamos hablando con una persona y, en vez de escuchar, estás pensando en
qué vas a contestarle; o te piden un favor, y lo delegas en otro.
Me
daba cuenta de que lo que más me molestaba del apaño del cascador era el dolor
del pellizco, pero el daño es consecuencia de no usar lo adecuado.
Cuántas
veces te quejas a Dios porque permite las cosas que te pasan, o te enfadas con
Él por lo que te ocurre... pero el Señor te mira con cariño y paciencia y te da
la mano para que aprendas a usar cada cosa como un regalo de Él. Dios es bueno,
siempre es bueno; a veces el dolor es el que te impide ver a Cristo presente en
tu vida.
Hoy
el reto del amor es mirar tu plato de avellanas. Da gracias por ellas y mira
ahora tu cascador; quizás te estás equivocando de opción en tu vida, y por ello
no eres feliz. Apuesta por amar. Sé que no siempre es fácil, sobre todo cuando
llega el cansancio a tu vida, el dolor, la incertidumbre... Pero en el día de
hoy no dejes de amar. Descubrirás que al final del día eres feliz. El secreto
está en dejarte amar por Jesús, y después... ¡a amar tú!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma