Sin
la verdad, que es Cristo mismo, no es posible encontrar la orientación justa de
la vida
“Cuando
nos alejamos de Jesús y de su amor, nos perdemos y la existencia se transforma
en desilusión e insatisfacción. Con Jesús a nuestro lado, se puede proceder con
seguridad, se pueden superar las pruebas, avanzar en el amor hacia Dios y hacia
el prójimo”
En
su alocución previa al rezo mariano del Ángelus, el Papa Francisco recordó que
Jesús se hizo Don por los demás, convirtiéndose en modelo de amor y servicio
para cada uno de nosotros. Porque Jesús es la palabra de la Verdad. Y todos
necesitamos de la palabra de la Verdad, dijo el Papa, que nos guíe e ilumine el
camino. Sin la verdad, que es Cristo mismo, no es posible encontrar la
orientación justa de la vida.
El
Papa retomó el Evangelio de hoy de San Mateo, que narra cuando los apóstoles,
tras su primera misión regresan donde Jesús y e cuentan “todo lo que habían
hecho y enseñado”. Después de la experiencia de la misión, ciertamente
emocionante pero también agotadora, necesitaban un momento de reposo. Y Jesús,
lleno de comprensión, se preocupa de asegurarles un poco de alivio y dice:
“Venid vosotros solos a un sitio tranquilo a descansar un poco”.
Son tres los verbos del
Pastor
Sin
embargo, no logra encontrar un momento tranquilo para los apóstoles, pues la
multitud adivinando el lugar solitario donde se llegaría con la barca junto a
sus discípulos, se le adelantaron: “Al desembarcar, Jesús vio una multitud y le
dio lástima de ellos, porque andaban como ovejas sin pastor; y se puso a
enseñarles con calma”.
Al
respecto, el Papa recuerda que lo mismo puede ocurrir hoy día. A veces no
logramos realizar nuestros proyectos porque ocurre un imprevisto urgente que
cambia nuestros programas y solicita flexibilidad y disponibilidad para las
necesidades de los demás. En estas circunstancias, estamos llamados a imitar a
Jesús.
En
esta breve frase, el evangelista nos ofrece lo que se podrían llamar, afirma el
Pontífice, los tres verbos del Pastor: ver, tener compasión,
enseñar. La mirada de Jesús no es una mirada neutra o peor aún, fría y
alejada, porque Jesús mira siempre con los ojos del corazón. Y su corazón es
tan tierno y lleno de compasión, que sabe cuáles son las necesidades escondidas
de las personas.
Además,
su compasión nos indica simplemente una reacción emotiva ante una situación de
malestar de la gente, y mucho más: es una actitud y la predisposición de Dios
hacia el hombre y su historia. Jesús aparece como la realización de la
solicitud y de la atención de Dios hacia su pueblo. Por último, dijo
Francisco, que Jesús se conmovió al ver toda aquella gente necesitada de un
guía y de ayuda, y en vez de obrar un milagro, Jesús se puso a enseñar muchas
cosas. Este es el primer pan que el Mesías ofrece a la multitud hambrienta y
perdida: el pan de la Palabra.
El
Papa concluyó su alocución pidiéndole a María Santísima que nos ayude a
hacernos cargo de los problemas, de los sufrimientos y de las dificultades de
nuestro prójimo, por medio de una actitud de compartir y de servicio.
Patricia
Ynestroza-Ciudad del Vaticano
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