Si en 2017, moría una de cada 38 migrantes que
trataba de cruzar el Mediterráneo, hoy se quedan en el camino una de cada
siete
La
razón, denuncia ACNUR, es la criminalización de la actividad de las ONG por
parte de Italia y Malta, países que a su vez apuntan a la falta de solidaridad
de la Unión Europea.
La
presencia de las ONG en el Mediterráneo central es «fundamental» para salvar a
los inmigrantes que zarpan desde Libia, pues sus guardacostas no pueden hacerlo
solos, advirtió este viernes el representante de ACNUR en ese país, Roberto
Mignone.
«Los
guardacostas libios hacen lo que mejor pueden con los medios limitados que
tienen pero, pensar que ellos pueden salvar a todos, creo que es difícil»,
explicó el jefe de misión de la Agencia de la ONU para los Refugiados (ACNUR)
ante la prensa extranjera en Roma, el mismo día en que el Papa Francisco, desde
la basílica de San Pedro, daba las gracias a los socorristas de estas ONG por
«encarnar hoy la parábola del Buen Samaritano.
En
los últimos tiempos, los barcos de las ONG han protagonizado alrededor del 40 %
de los rescates de migrantes en el Mediterráneo. La decisión de Italia y Malta
de cerrar sus puertos y dificultar el trabajo a estas organizaciones «está
teniendo un impacto en vidas humanas», dijo la portavoz de ACNUR en el sur de
Europa, Carlotta Sami. Mientras que en 2017 morían una de cada 38 personas en
el Mediterráneo, este año perece una de cada siete. En lo que va de 2018, se
han superado las mil muertes de todo el año anterior, a pesar de un considerable
descenso en las llegadas a Europa de migrantes.
A
juicio de Sami, no tiene sentido hablar de «efecto llamada», del que Malta e
Italia responsabilizan a las ONG. En Libia se estima que, en la actualidad,
viven 1,1 millones de personas con serias necesidades humanitarias, entre ellos
numerosas personas desplazadas en situaciones de extrema vulnerabilidad o
incluso en manos de los traficantes. Para combatir a esas mafias «sin
escrúpulos», prosiguió la portavoz, la solución es habilitar «pasillos humanitarios
seguros y legales» a Europa.
La
realidad, por el contrario, es que en los últimos tiempos se ha detectado «un
aumento de las personas devueltas» a Libia y a otros países que no son seguros
para ellas, dijo Roberto Mignone. La tendencia seguramente se mantendrá con las
políticas que impulsa el viceprimerministro italiano Salvini, quien quiere que
los guardacostas libios se impliquen más para impedir que las pateras lleguen a
Italia.
Desde
ACNUR se lamenta al mismo tiempo el bajo número de refugiados reasentados en
otros países europeos. Esta falta de compromiso europeo es uno de los grandes
argumentos del nuevo Gobierno italiano para justificar el cierre de fronteras.
Fuente: Alfa y Omega /
Agencias