¿Cómo acertar en el tratamiento del dolor, el
control de los efectos colaterales, la asistencia espiritual, ante la
posibilidad de la eutanasia...?
Shutterstock-Photographee.eu |
La vida humana es frágil, especialmente en
su principio y su final. En esos límites en torno al nacimiento y la muerte de
una persona, a menudo se plantean decisiones difíciles y trascendentes. ¿Qué
puede ayudar a acertar?
Para orientarse en esos
momentos, puede ayudar un principio “brújula”: “Nadie es amo absoluto de la vida. No
existe un derecho a disponer arbitrariamente de la propia vida.
La medicina debe curar, y existen también las curas paliativas que van contra
el dolor para que el enfermo no sufra”.
Lo propone el arzobispo de Urgel
y copríncipe de Andorra, Joan-Enric Vives, este mes en una carta pastoral, en
la que recoge también lo que los enfermos y sus familias piden en esas
situaciones difíciles.
Necesitan “el tratamiento del
dolor y el abordaje del sufrimiento, el control de efectos secundarios y
colaterales, la mejora de la calidad de vida y de la autonomía del paciente, la
ayuda a las familias en estas situaciones, el morir en compañía de los seres
queridos, con la asistencia espiritual y sacramental”.
Estos elementos “son
precisamente los que configuran lo que conocemos como cuidados
paliativos”, explica.
Para responder a las necesidades de esos
momentos límite hace falta profesionalidad y humanidad, acompañar y hacer
concreto el amor.
El arzobispo añade que “la
eutanasia es ajena al ejercicio de la medicina y a las profesiones
sanitarias, que siempre se rigen por el axioma de “curar,
al menos aliviar y siempre acompañar y consolar”.
El artículo
36.3 del Código de Ética y Deontología Médica de la OMCE afirma
que “el
médico nunca provocará intencionadamente la muerte de ningún paciente, ni
siquiera en caso de petición expresa por parte de éste… Además, es necesario
resaltar que el ser humano es un ser con los otros y para los otros.
Este es el fundamento último de la sociedad. Y en este contexto, el Estado
tiene la obligación de proteger la vida de todos los ciudadanos”.
Joan Enric Vives, también
copríncipe de Andorra -país en el que abortar es ilegal-, afirma que la Iglesia
defiende la vida y considera que la eutanasia es “un mal moral y un atentado a
la dignidad de la persona”.
Por su parte el papa Francisco
ha dicho recientemente a los médicos católicos del mundo que “la
misión de la Iglesia es defender la vida, desde su concepción hasta su final
natural”.
En su discurso a la Federación
Internacional de Asociaciones de Médicos Católicos, el Papa dice que se debe “humanizar
la medicina” y defender a los débiles, a los enfermos.
Es necesario, señala Francisco,
hacer frente a “la tendencia a degradar al enfermo, considerándolo como
una máquina que hay que arreglar, sin respetar los principios morales y
explotar a los más débiles descartando cuanto no encaja con la
ideología de la eficiencia y el beneficio”.
Leyes sobre el aborto y la eutanasia
¿Dónde se desprecia la vida? Pues en muchas leyes
en vigor, en muchos países, y en otros donde los parlamentos
quieren leyes abortistas, o la eutanasia, o pisotean la bioética.
Es el caso de Argentina,
Chile, Irlanda del Norte, España, Portugal, en varios países
latinoamericanos, en algunos estados norteamericanos y en varios
países de Asia y de África a los que los grupos de presión
políticos, mediáticos e internacionales califican de “atrasados” por tener
leyes que defienden la vida.
Por ejemplo, la Conferencia
Episcopal española prepara un documento en favor de la vida, ante
la proposición de ley a favor de la eutanasia y del suicidio asistido, presentada
por el Partido Socialista al Congreso de los Diputados.
Los obispos, siguiendo la doctrina del papa
Francisco y de sus antecesores en el tema de la defensa de la vida, han dicho
que esta
defensa, debe ser “clara, firme y apasionada”, y abarca “desde
la concepción del ser humano hasta su final natural”.
En varios países se han elevado
oraciones –especialmente rosarios—para que no sean aprobadas en los parlamentos
respectivos leyes que vayan contra la vida.
En
el caso de Portugal -cuyo Parlamento rechazó un proyecto de ley regulador de la
eutanasia a finales de mayo- los católicos pidieron a la Virgen de Fátima su
patrona que ayudara a respetar el derecho a la vida de los enfermos.
También las otras religiones
elevaron oraciones en favor del derecho a la vida y contra el proyecto de ley
de la eutanasia.
Precisamente en Portugal,
los partidos políticos dieron libertad de voto a sus diputados, puesto que el
problema de la eutanasia es una cuestión de la conciencia de cada diputado y no
una cuestión política.
Todas las confesiones religiosas, sin
excepción alguna, apoyaron el derecho a la vida y rechazaron el proyecto de
ley.
Los diputados votaron
mayoritariamente en contra. No ocurre en otros países donde los partidos
obligan a los suyos a la obediencia en estos temas como el derecho a la vida.
Gestos por la vida
En la defensa de la vida, el papa Francisco
tuvo un gesto espectacular al recibir a una mujer italiana que quería abortar al hijo que
llevaba dentro. Estaba divorciada y el padre del niño no
quería reconocer a su hijo, pues estaba casado y con hijos.
El Papa, con emoción la recibió
y escuchó el agradecimiento de la señora italiana que optó para que naciera su
hijo, siguiendo el consejo de Francisco.
El mismo Papa ha dicho en varias ocasiones
que los católicos deben unirse a otras personas y grupos que, sean o
no creyentes, trabajen en favor de la vida.
Una novedad de última hora: el
arzobispo de Edimburgo, en Escocia, Leo William Cushley, acaba de inaugurar un
centro a favor de la vida, después de haber visto de cerca los debates sobre el
aborto en Irlanda con motivo del referéndum del pasado mes de mayo.
El centro provida de Edimburgo
es el primero que se establece en Escocia, donde el aborto es legal. El
objetivo es promocionar la vida y contra el aborto, pues “el aborto no es nunca
la solución”.
Y en la otra punta del mundo, en
Corea del Sur, los católicos han organizado una “Marcha por la Vida”
recorriendo las calles de Seúl.
Han pedido que se defienda la
vida, especialmente de los más indefensos, como los no nacidos, según informa
Fides.
Al llegar el cortejo ante la
catedral de Seúl, les ha dirigido la palabra el cardenal arzobispo, Andrew Yeom
Soo-jung, y les ha animado a defender “siempre” la vida, especialmente las de
los más débiles”.
Salvador Aragonés
Fuente:
Aleteia