En
el marco del 50 aniversario del anuncio de la autenticidad de las reliquias de
San Pedro, recordamos las palabras de Pablo VI
VATICAN - SAINT PETER THE APOSTLE | SHUTTERSTOCK |
Alrededor
de la figura de san Pedro (Betsaida, I a. C – Roma, c. 64), el Príncipe de los
Apóstoles, el primer Papa de la historia, hubo un misterio por siglos,
desvelado cuando el papa Pablo VI respondió a la pregunta, el 26 de junio 1968,
durante una audiencia general en la Plaza de San Pedro: “¿Se encontró la
tumba verdadera de Simón Pedro?”.
Después
de las primeras investigaciones y de las excavaciones abiertas por Pío XII
(1939-1958) en el interior de la Basílica Vaticana, el papa Pablo VI en 1968
decidió informar al mundo sobre el más fascinante y hasta peligroso
descubrimiento de la ciencia; la localización del lugar de la tumba del apóstol
y de sus huesos, llamado por Cristo a ser la base de su Iglesia.
Ya
en la época de Pío XII, la ciencia no tenía pruebas suficientes de dónde se
encontraba el cuerpo del apóstol Pedro luego de que fuera crucificado ‘boca
abajo’ en el Circo vaticano de Nerón alrededor del año 64 d.C.
Además,
los detractores del ‘primado de la Iglesia’ en Roma no querían creer o confirmar
que san Pedro estuviese sepultado debajo de la Basílica Vaticana. La hipótesis
era que San Pedro había sido crucificado y luego enterrado en un cementerio
cercano, pero esto suscitaba muchas críticas.
En
los primeros años del siglo XIX, los arqueólogos podían confirmar que en el
lugar del circo de Nerón, o hipódromo, se realizaron cruentos asesinatos de
cristianos, incluso fueron quemados vivos por diversión del emperador. Algunos
escritos apócrifos lo consideraban el ‘anticristo’ por la feroz y sádica
persecución.
Así,
Pablo VI, el 26 de junio de 1968 confirmó la identificación de las reliquias a
través de “nuevas investigaciones pacientísimas” y con “un riguroso estudio”
que confrontó a diversos expertos.
Tres
días antes de la fiesta de San Pedro y San Pablo en Roma, Pablo VI citó a San
Ambrosio de Milán para indicar que era un descubrimiento trascendental en
relación al “Trofeo” del Vaticano, es decir, el descubrimiento de las tumbas de
san Pedro, “fundador de la Iglesia”, “obispo”, y san Pablo, decapitado por
Nerón, “arquitecto o constructor” de la Iglesia de Cristo. Raíz de la jerarquía
eclesial.
Pero,
antes de la respuesta de Pablo VI, como él mismo admite, su antecesor Pío XII,
el primer pontífice en abrir el área subterránea del Vaticano a la ciencia,
anunció que los estudios (llevados a cabo entre 1940-1949) concluyeron que sí,
se había encontrado la tumba del Príncipe de los Apóstoles (mensaje radiofónico
del 23 de diciembre de 1950). Aun así, en su
catequesis, Pablo VI recordó que igualmente persistía otro misterio
importante: ¿Dónde estaban las reliquias del primer Papa de la
historia?
Pablo
VI que celebraba el XIX centenario del martirio de san Pedro y san Pablo
insistió en que esta ‘veneración, amor y fidelidad’ que duró siglos recordaba
los aspectos “humanos y materiales” de la memoria de los Apóstoles.
En
efecto, la arqueóloga italiana Margherita Guarducci (20.12.1902- 02.09.1999)
cuenta los detalles inéditos de tan fenomenal descubrimiento, algo que no fue
inocuo, pues aseguró costó “destrucción” y “cosas inauditas” durante las
excavaciones.
Así,
explica que durante los trabajos iniciados bajo el pontificado de Pío XII, uno
de los excavadores se había llevado para su casa una prueba de gran valor: Un
grafito que indicaba “Petrus Eni” (Pedro está dentro).
La
antropóloga, arqueóloga, epigrafista y experta en estudios clásicos, descubrió
bajo la Basílica de San Pedro del Vaticano la tumba del apóstol.
Guarducci
se ocupó de las excavaciones de San Pedro a partir de 1952. Ella misma indicó
que por varias décadas no había respuestas al misterio de donde estaban los
restos de Pedro. Los trabajos realizados durante el papado de Pío XII habían
traído a la luz la tumba, pero no las reliquias.
“¿Qué
decía la tradición de la Iglesia durante siglos?” pregunta la experta. “Pedro,
es un pescador de Galilea, que Cristo mismo consideró “protos”, el primero de
sus discípulos, el príncipe de los apóstoles hasta entonces, vino a Roma para
predicar la buena noticia”.
Pedro
entonces murió en Roma mártir bajo Nerón en 64, en el Circo del Vaticano, fue
enterrado a poca distancia del lugar de su martirio, y en su tumba, a
principios del siglo IV, el emperador Constantino, convertido al cristianismo,
construyó la gran basílica vaticana”. [Tracce. Litterae Communionis, año XXVI,
octubre de 1999, p. 72-77 – Intervención en el Centro Cultural de Milán, 1990].
Esta
tradición secular – comenta la antropóloga – comenzó a tambalear por los
desacuerdos y por las posiciones de los adversarios de la Iglesia que debatían
contra toda verdad histórica y sostenían que Pedro nunca había venido a Roma.
El
punto “era negar la presencia de la tumba de Pedro en el Vaticano”. Hecho
importante, pues significaba en cierto sentido “decir primacía de la Iglesia de
Roma”.
Entonces
se tuvo que llegar hasta Pío XII un “hombre del más alto genio, de gran
cultura”, quien apenas elegido Pontífice, en 1939, quiso “abrir el sótano de la
basílica vaticana a la ciencia y buscar una respuesta a la vieja pregunta”.
“Las
excavaciones comenzaron y duraron hasta 1949. Fueron excavaciones anormales, en
las que se destruyó gran parte y se cometieron cosas casi desconocidas”.
¿Qué
se encontró?
La experta italiana narra que se
encontraron una necrópolis, que corría de este a oeste y era paralelo al circo
de Nerón, el mismo circo en el que Pedro había sufrido el martirio. Por lo
tanto, ¡Eureka¡ Una primera constatación histórica.
La
“necrópolis estaba llena de tierra. Porque Constantino, o alguien por él (el
Papa Silvestre fue el gran consejero de Constantino), quería hacer un plan
sobre el cual se fundaría la primera basílica en honor a Pedro”.
¿Qué
había debajo del altar papal? Una
sucesión de monumentos y altares: uno debajo del otro, uno dentro del otro.
Esto significaba que este lugar, el lugar de la confesión, había sido durante
mucho tiempo objeto de culto de Pedro durante siglos.
La
antropóloga italiana comenzó a ocuparse de las excavaciones de San Pedro en
1952 y trabajó hasta 1965. Duró meses tratando de descifrar el enigma hasta
llegar a encontrar una criptografía mística en los muros. “En resumen, toda la
teología de la época estaba allí” e indicaba la trinidad y que Jesús, María y
Pedro habían vencido la muerte.
Sucesivamente,
se encontraron los huesos de Pedro. “Los huesos de Pedro estaban en la tumba en
el suelo debajo de la boca del ingreso, como la tradición de la Iglesia siempre
había declarado”.
En
el intento de llegar al lugar donde la tradición indicaba fuera el entierro de
Pedro se rompió el altar de Calixto II . ¿Y que paso? Cayeron al interno un
montón de escombros, desde dentro y desde fuera. “Entonces se presentó como una
pila de escombros, sus huesos no fueron reconocidos”.
El
jefe de la Fabbrica de San Pedro, monseñor Ksas notó que entre esos escombros
había huesos. “Tiró los escombros, recogió los huesos en una caja y los colocó
en un armario en los subterráneos del Vaticano, donde permanecieron ignorados
durante diez años”.
Un
antropólogo, el profesor Correnti, examinó el grupo de huesos de la caja, y le
dijo a Guarducci: ”Bueno, es algo extraño, porque los otros grupos que me
pidieron examinar eran de personas diferentes, esto es sobre uno
solo”. Preguntó: “¿Qué sexo?” Él dijo: “Masculino”. “Edad?”. “Senil”.
“¿Cuerpo?”. “Robusto”. No era “pura casualidad”.
Luego,
la experta en 1965, publicó un libro con los resultados: “San Pedro en
Vaticano. Las pruebas indiscutibles”. Después de la investigación, Pablo VI en
1967 anunció que “los huesos de Pedro habían sido encontrados”.
“Sabemos
que Cristo fundó su Iglesia sobre la roca de Pedro y le prometió su victoria
sobre las fuerzas del mal. Ahora, me parece que no es pura casualidad que los
huesos del príncipe de los apóstoles, Pedro, y se conserven excepcionalmente
-por milagro, de hecho, dentro de la basílica del Vaticano, que es el centro de
esa iglesia que – por definición – es universal. Saben que “católicos”
significa, en griego, universal.
Humildad
de Pedro
Asimismo,
para celebrar el 50 aniversario del cónclave que eligió a Montini se publicó un
texto inédito de Pablo VI de elogio a “Pedro”, apóstol amado y elegido por
Jesús. Ahí reitera el dono de la “humildad” del Apóstol. (‘Notiziario’ –
Instituto Paolo VI – n. 65, pp. 7-14).
“Para
él es un deber fundamental por el hecho de que Jesucristo le ha otorgado este
nombre y la función correspondiente: ser la base de su Iglesia. Ahora la base,
que soporta todo, está en la parte inferior y no en la parte superior, y casi
se oculta en el suelo sobre el que se levanta el edificio”, aseguró Pablo VI.
Pedro
estaba predispuesto a la humildad. “No se leyó que fuera ambicioso (Cfr. Mt.
20, 22) en su función principal en el colegio apostólico…Incluso en el famoso
episodio de Antioquía (Gal 2, 11-16) no se dice que reaccionó por razones de prestigio.
Pero él era el líder…Por la autoridad que le viene de Cristo para guiar a la
Iglesia”.
Ary
Waldir Ramos Díaz
Fuente:
Aleteia