Con
el lema Morir de esperanza, la Comunidad de Sant’Egidio en Madrid
celebró este domingo la Eucaristía en recuerdo de quienes han perdido la vida
intentando llegar a Europa
Foto: María |
«Para
Dios no sobra nadie. Dios cuenta con todos», afirmó monseñor José Cobo, obispo
auxiliar de Madrid, este domingo en la Iglesia de Nuestra Señora de las
Maravillas, durante una Eucaristía organizada por la Comunidad de Sant’Egidio
de Madrid. «Dios nos hace cuidadores los unos de los otros. Crecemos gracias a
los demás.
Por eso Dios nos pone como cuidadores y responsables de toda vida
humana, en todo momento. Todos somos responsables de la vida de nuestros
hermanos», señaló.
En
un templo lleno de fieles, durante una celebración a la que se adhirieron
varias instituciones diocesanas y religiosas de la Iglesia en Madrid, Cobo
destacó que «en un mundo de confusiones, de mares inhóspitos y lugares sin
salida, lleno de fronteras y desiertos, la realidad se distorsiona si la
miramos desde las ideologías, y no desde los ojos de la gente».
«Vivimos
en un mundo globalizado en el que transitan con cada vez más libertad las
mercancías y los capitales, pero a las personas se les ponen fronteras
–denunció–. Globalizamos el mercado, pero no la responsabilidad. Es como si
dijéramos: “Queremos vuestro cobalto, vuestras mercancías, vuestros turistas,
pero no vuestros pobres”». En esta situación, corremos también el riesgo de ver
las migraciones «desde una clave de lucha electoral entre partidos, y no desde
los derechos humanos».
En
este contexto, monseñor Cobo exhortó a cambiar la mirada porque «Dios sigue
llamando para llevar a este mundo el reino de Dios. Hoy el Señor necesita de
gente que señale a nuestro mundo y diga: “Cristo viene por ahí”. Dios no se
desentiende de nosotros, Él trae su salvación para todos».
Para
conseguirlo, «necesitamos volver a mirar a las personas. En primer lugar,
necesitamos mirar a Cristo», porque «no podemos mirar el mundo desde nuestras
conveniencias, desde nuestros intereses mercantiles. El mundo se mira desde los
ojos de Cristo. Esta es nuestra misión. La mirada cristiana no puede ser más
que desde Cristo, que se identifica con los últimos, los más pobres, los que no
nacen, los que no tienen suficiente para vivir. Esta es la mirada legítima para
el cristiano».
De
este modo, «Dios nos dice que cada nombre de los que se han quedado por el
camino es importante, que no sobra nadie, que ninguna muerte es inútil, y que
cuenta con cada uno de nosotros. Ellos no son un número, ni un riesgo, ni un
problema, son nombres concretos, con familias, con sus sueños a cuestas. Son
náufragos de la pobreza del mundo, gracias a la cual vivimos muchos de
nosotros. Buscan lo mismo que nosotros: vivir. Y eso todos lo podemos entender.
Ninguno de ellos merece la muerte».
De
ahí la llamada a que los miembros de la comunidad eclesial tomen en peso su
responsabilidad: «Las parroquias, las comunidades y los lugares de Iglesia han
de ser un espacio donde ejercer el derecho a ser acogido. No es una opción, es
un derecho que como cristianos debemos hacer posible». Y puso como ejemplo la
adhesión de la Iglesia en Madrid, como respuesta a la invitación del Papa
Francisco, al proyecto de la ONU de concretar un Pacto mundial «para
posibilitar una migración segura, ordenada y regular».
Por
último, monseñor Cobo resaltó que «Dios nos llama a abrir camino en medio de
estos mares, a mirar de un modo distinto, a luchar por crear en el nombre de
Cristo corredores humanitarios que salven vidas, a luchar por que las familias
estén agrupadas, a que los CIEs no sean cárceles para quienes no han cometido
ningún delito, a luchar contra las devoluciones sumarias que incumplen los
acuerdos y cupos pactados, a unirnos a toda la sociedad civil que está
despertando para abrir nuevos caminos a los que llegan».
Y
todo ello porque «Dios ha pensado en nosotros desde el seno materno para abrir
caminos de esperanza».
Juan Luis Vázquez
Díaz-Mayordomo
Fuente: Alfa y Omega