Se presenta con todo su
poder, “sus propuestas son todas mentiras”, y “nosotros, tontos, creemos”,
afirmó el Papa Bergoglio
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El Papa Francisco celebra la misa matutina en la capilla de la Casa de Santa Marta (Vatican Media) |
En
su homilía de la Misa matutina celebrada en la capilla de la Casa de Santa
Marta, el segundo martes de mayo, el Santo Padre se detuvo a considerar el modo
de obrar del demonio que seduce y engaña, y que a pesar de ser un derrotado,
sigue siendo peligroso. Francisco explicó también cómo luchar y vencer sus
tentaciones
No
tenemos que acercarnos al diablo, ni hablar con él: es “un derrotado”, pero
peligroso, porque seduce y, como un perro rabioso y encadenado, muerde si le
haces una caricia. Es la admonición del Papa Francisco en su reflexión de esta
mañana sobre la figura del diablo que no está muerto, sino que ya fue
condenado, como dice el pasaje evangélico de hoy, tomado del Evangelio según
San Juan (16, 5-11)
Atención a la seducción del
diablo
“Podemos
decir que está moribundo” – dijo el Papa – pero es, de todos modos, “un
derrotado”. Y no es fácil convencerse de esto porque “el diablo es un
seductor”, que “sabe qué palabras decirnos”, y “a nosotros – añadió Francisco –
nos gusta ser seducidos”:
“Y
él tiene esta capacidad. Esta capacidad de seducir. Por esta razón es tan
difícil comprender que es un derrotado, porque se presenta con gran poder, te
promete tantas cosas, te trae regalos lindos, bien envueltos. “Oh, ¡Qué
hermoso!”; pero tú no sabes qué cosa hay dentro. “Pero, el papel de
regalo es lindo…”. Nos seduce con el paquete sin dejarnos ver qué cosa hay
dentro. Sabe presentar sus propuestas a nuestra vanidad, a nuestra curiosidad”.
Su luz es fulgurante pero
se desvanece
En
efecto, los cazadores dicen que no hay que acercarse al cocodrilo que está a
punto de morir, porque con un golpe de cola aún puede matar. Del mismo modo el
diablo que “es peligrosísimo”: Se presenta con todo su poder, “sus propuestas
son todas mentiras”, y “nosotros, tontos, creemos”, afirmó el Papa Bergoglio.
El diablo, efectivamente, “es el gran mentiroso, el padre de la mentira”.
“Sabe hablar bien”, “es capaz de cantar para engañar”: “Es un derrotado, pero
se mueve como vencedor”. Su luz es fulgurante “como los fuegos artificiales”,
pero no dura, se desvanece, mientras la del Señor es “suave pero permanente”.
Rezar, vigilar y ayunar
El
Obispo de Roma reafirmó que el diablo “nos seduce, sabe tocar nuestra vanidad,
nuestra curiosidad y nosotros compramos todo”, es decir, “caemos en la
tentación”. Es, por lo tanto, “un derrotado peligroso”. “Debemos estar atentos
al diablo”, exhortó el Pontífice e invitó, como Jesús, a vigilar, rezar y
ayunar. Sólo así – dijo el Papa – se vence la tentación.
No acercarse al diablo,
perro rabioso encadenado
Además,
el Papa recordó que es fundamental “no acercarse a él” porque como decía un
Padre de la Iglesia, es como un perro “enfurecido”, “rabioso” y encadenado,
pero al cual no se lo debe acariciar porque muerde:
“Si
yo sé que si me acerco espiritualmente a aquel pensamiento, si me acerco a ese
deseo, si yo voy por ese lugar, o por ese otro, me estoy acercando al perro
furioso y encadenado; pero por favor, no lo hagas. ‘Tengo una herida
grande...’. – ‘¿Quién te la hizo?’ – ‘El perro’ – ‘Pero ¿estaba encadenado?’ –
‘Y, sí, yo fui a acariciarlo’ – ‘Pero te la fuiste a buscar’. Es así: jamás
acercarse porque está encadenado. Dejémoslo allí, encadenado”.
No dialogar con el demonio
Por
último – dijo el Santo Padre – debemos estar atentos a no dialogar con el
diablo como hizo Eva: “Se creyó la gran teóloga y cayó”. Jesús no lo hace:
en el desierto, responde con la Palabra de Dios. Expulsa a los demonios,
algunas veces les pregunta el nombre, pero no mantiene un diálogo con ellos. De
ahí que el Papa haya exhortado firmemente: “Con el diablo no se dialoga, porque
él nos vence, es más inteligente que nosotros”
Buscar amparo en la Madre
de Dios
El
diablo se disfraza de ángel de luz, pero es “un ángel de sombra, un ángel de
muerte”:
“Es
un condenado, un derrotado, es uno que está encadenado, que está a punto de
morir, pero es capaz de hacer estragos. Y nosotros debemos rezar, hacer
penitencia, no acercarnos, no dialogar con él. Y al final, ir a la madre, como
los niños. Cuando los niños tienen miedo, van con su mamá: ‘Mamá,
mamá… ¡tengo miedo!’, cuando tienen pesadillas… van de su mamá. Ir a la
Virgen; ella nos custodia. Y los Padres de la Iglesia, sobre todo los místicos
rusos, dicen: en el tiempo de las turbaciones espirituales, hay que refugiarse
bajo el manto de la gran Madre de Dios. Ir a la Madre. Que ella nos ayude en
esta lucha contra el derrotado, contra el perro encadenado, para vencerlo.
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