La
esperanza para que la Iglesia sea “un modelo de altruismo, un arca de salvación
y una fuente de certeza y de verdad”, dijo el Papa ante ante 20.000 fieles
El
Papa Francisco presidió el Vía Crucis en el Coliseo romano este Viernes Santo,
30 de marzo de 2018, e imploró a Dios en recuerdo del calvario de Cristo: habló
de vergüenza, arrepentimiento y esperanza.
“La
esperanza de que tu Iglesia, santa y compuesta de pecadores, continúe, incluso
hoy, a pesar de todos los intentos de desacreditarla, a ser
una luz que ilumine, aliente, eleve y atestigüe tu amor ilimitado por la
humanidad”,
La
esperanza para que la Iglesia sea “un modelo de altruismo, un arca de salvación
y una fuente de certeza y de verdad”, dijo el Papa ante 20.000
fieles que presenciaron las 14 Estaciones de la Via Crucis.
Francisco
desde la colina del Palatino, próxima al Anfiteatro Flavio, asistió al rito en
actitud de profundo recogimiento.
Asimismo,
habló de vergüenza “porque muchas personas, e incluso algunos de tus ministros,
se dejaron engañar por la ambición y la vana gloria, perdiendo su
dignidad y su primer amor”.
Al
final de la ceremonia, cuando
la cruz llegó desde el interior del Coliseo y se la presentaron al lado,
Francisco pronunció una oración en la que incidió en los problemas
del mundo:
“La
vergüenza de haber elegido a Barrabás y no a ti, al poder y no a ti, a
la apariencia y no a ti, al dios dinero y no a ti, a la mundanidad y no a la
eternidad”.
“Sólo
tú puedes sanarnos de nuestra lepra de odio, del egoísmo, del orgullo,
de la codicia, de la venganza, de la idolatría, y sólo tu puedes volvernos
a abrazar devolviéndonos la dignidad filial y regocijarte por nuestro regreso a
casa, a la vida”.
Lamentó
la vergüenza de haber perdido la vergüenza: “la
vergüenza porque nuestras generaciones están dejando a los jóvenes un
mundo fracturado por divisiones y guerras; un mundo devorado por el
egoísmo donde los jóvenes, los pequeños, los enfermos, los ancianos son
marginados”.
También
mencionó la esperanza “para que muchos misioneros sigan adelante, incluso hoy
en día, para desafiar la conciencia dormida de la humanidad, arriesgando la
vidas para servirte en los pobres, en los descartados, en los
inmigrantes, en los invisibles, en los explotados, en los hambrientos y en los
prisioneros”.
Por
otro lado, en el crucifico también ha puesto como símbolo “el arrepentimiento
que surge de sentir nuestra pequeñez, nuestra nada, nuestra vanidad y que
se deja acariciar por su dulce y poderosa invitación a la conversión”.
Por
último, Francisco pidió a Jesús, la gracia
de la santa esperanza.
“Ayúdanos,
hijo del hombre, para despojarnos de la arrogancia del ladrón colocado a tu
izquierda y de los miopes y corruptos, que vieron en ti una oportunidad para
aprovechar, un condenado para criticar, un perdedor para burlarse, otra
oportunidad para descargar sobre los demás, e incluso sobre Dios, las propias
culpas.
En
cambio, te pedimos, Hijo de Dios, que nos identifiquemos con el buen
ladrón que te ha mirado con ojos llenos de vergüenza, arrepentimiento y
esperanza; quien, con los ojos de la fe, vio en tu derrota aparente la victoria
divina y así se arrodilló ante tu misericordia y con honestidad ha robado el
paraíso!”.
Para
este año, las autoridades romanas han establecido un imponente protocolo de
seguridad, debido a la amenaza terrorista en Europa, y los miles de fieles que
asistieron al rito del Via Crucis fueron registrados y sometidos al detector de
metales.
Igualmente,
en esta ocasión, los jóvenes de una escuela de bachillerato en Roma fueron los
encargados de realizar las meditaciones para las 14 Estaciones. Tras el Via
Crucis, el Papa pronunciará una oración.
El
Viernes Santo es el segundo día del Triduo Pascual y recuerda la pasión de
Cristo y su calvario hasta ser crucificado.
El
rito del Vía Crucis fue instaurado en 1741 por orden de Benedicto XIV, aunque
su práctica cayó en el olvido con el paso del tiempo, hasta que se retomó en
1925. Y Pablo VI la volvió a proponer en el año 1964, en el Coliseo Romano,
como símbolo de los cristianos perseguidos en el mundo.
Ary Waldir Ramos Díaz
Fuente: Aleteia