Durante
la Cuaresma, y celebrando un especial Año de la Eucaristía, los bautizados en
la “tierra de los puros” recuerdan a sus mártires, viviendo con fe las pruebas
y las dificultades
![]() |
El retrato y el monumento al joven católico
Akash Bashir,
que falleció el 15 de marzo de 2015
|
Por
las calles de Youhanabad, barrio cristiano de Lahore, en el sur de la capital
del Punjab paquistaní, los niños corren y las pequeñas actividades comerciales
florecen en las calles de terracería. No parece haber huella del miedo o de la
tensión que hace tres años asediaba a los fieles locales, después de los
atentados kamikazes simultáneos contra las dos iglesias del barrio, una
católica y otra protestante.
Sin
embargo, en la esquina de la Iglesia de San Juan, se ve el retrato y el
monumento al joven católico Akash Bashir, que falleció el 15 de marzo de 2015
mientras detenía a uno de los atentadores que se dirigía a la iglesia.
La
Cuaresma de los cristianos paquistaníes también se vive con el recuerdo de los
que ya son considerados mártires. Francis Gulzar, párroco de la iglesia de San
Juan y vicario general de la diócesis de Lahore, pidió formalmente el proceso
canónico para proclamar el martirio del joven, y ya ha enviado su historia a la
Congregación vaticana para las Causas de los Santos.
Además
de la del joven Akash destacan otras dos hitorias de cristianos víctimas
inocentes de la violencia homicida: la de Shahabaz Bhatti, el ministro
católico para las minoranzas que fue asesinado por un terrorista el 2 de marzo
de 2011; y la de Shama y Shahzad Masih, cónyuges (ella católica y él
cristiano protestante) brutalmente torturados y quemados vivos en un horno para
ladrillos en Kot Radha Kishan el 4 de noviembre de 2014.
¿Cómo
se ha llegado a tal nivel de odio y de intolerancia religiosa? Los cristianos
viven desde hace siglos en la parte del subcontinente hindú en esa tierra que
ahora se conoce como Paquistán. Y en la historia del país ha habido rostros muy
conocidos de paquistaníes, como Alvin Robert Cornelius, el primer presidente no
musulmán de la Suprema Corte paquistaní, pero también ha habido políticos,
educadores, agentes sanitarios y militares cristianos.
Hoy
los cristianos forman parte de los ciudadanos más pobres del país, a menudo
desempeñan los trabajos más humildes, tienen poca educación o viven en chabolas
y barrios guetos llamados “colonias”. Youhanabad, en Lahore, es una de ellas,
pero la vida es mucho peor si nos trasladamos a la “Joseph Colony”, una especie
de cárcel colectiva en la que solo viven cristianos y que está marcada por la
degradación y por condiciones de vida inhumanas. Viven allí más de 3000
personas, amontonadas en precarias cápsulas de arcilla, sin agua, electicidad
ni alcantarillado: un “slum” en medio de la ciudad, que ofrece mano de obra
económica a las fábricas cercanas.
En
1947, cuando el imperio británico gobernó la “partition”, dividiendo el
subcontinente entre Paquistán e India, y concediendo una patria a los
musulmanes del Asia meridional, en esta zona (organizada por el rígido sistema
de castas), muchos “dalits” (“sin casta”) vivían en el actual Paquistán y,
sobre todo a partir de la segunda mitad del siglo XIX, se convirtieron a la fe
cristiana. Ese estigma todavía sigue intacto en la actualidad y se sigue
advirtiendo en la sociedad.
Además,
la República de Pakistán, creada y concebida por el fundador Alí Jinnha como
«un estado para los musulmanes», pero no como una teocracia islámica, ha
vivido, a lo largo de su historia, una progresiva islamización, con drásticas
modificaciones a la Constitución original. La última de ellas, que ha castigado
duramente a las minorías religiosas como los cristianos e hinduistas, fue
promovida por el dictador Zia-ul Haq, con el apoyo del Occidente, y legitimó la
militancia islámica para combatir a las fuerzas soviéticas en Afganistán. A
partir de los años 80 del siglo pasado, la vida para los bautizados en el país
se ha vuelto más difícil y, después de la guerra de Estados Unidos en
Afganistán de 2001, los ataques contra los cristianos paquistaníes han
aumentado considerablemente, así como su crueldad.
Sin
embargo, los obispos paquistaníes tienen una actitud irme de confianza. Nada de
victimismo o lloriqueos. Es la fe, precisamente, el elemento que permite
advertir el bien incluso en los momentos más difíciles: «Nuestra tarea es dar
esperanza a nuestra gente. La esperanza proviene de Cristo que, con su
resurrección, ha dado un mensaje de paz y de consolación a sus discípulos»,
explicó a Vatican Insider el arzobispo de Lahore, Sebatian Shaw. «Como
cristianos de Pakistán –añadió Joseph Arshad, nuevo arzobispo de Islamabad–
debemos estrecharnos a Cristo en las dificultades y en las crisis. Cristo, Buen
Pastor, nos estrecha entre sus brazos, nos consuela y da su vida por
nosotros».
Con
este espíritu, la comunidad católica en Pakistán vive un especial Año de la
Eucaristía. «La nuestra es una vida vivida en pleno espíritu eucarístico, es
decir de acción de gracias y de bendición, hasta el don supremo de la misma
vida», observó en una conversación con Vatican Insider Emmanuel Parvez, párroco
en la diócesis de Faisalabad, en el Punjab paquistaní, que se encuentra a unas
dos horas en automóvil de Lahore. La clave para vivir con paz y serenidad
espiritual en un ambiente social y cultural muchas veces violento y
discriminatorio, explicó el sacerdote, es el perdón, «es el evangélico amor por
el enemigo que Cristo predicó».
Una
respuesta concreta en este sentido ha llegado recientemente de la comunidad de
los fieles cristianos protestantes de la Iglesia de las Asambleas de Dios, en
la zona de Karachi (en el sur del país). Los fieles locales, después de haber
sufrido una agresión por parte de algunos musulmanes, inmediatamente después de
la liturgia dominical del 11 de febrero pasado, perdonaron a sus opresores y
firmaron en la estación de policía una declaración oficial para que se
archivara la cuestión. «Como cristianos estamos llamados a perdonar a todos los
que nos hieren», dijo el pastor Samson Ashiq, «a esto nos invita especialmente
el tiempo de la Cuaresma. Queremos promover la reconciliación y la
armonía».
PAOLO
AFFATATO
LAHORE
Fuente:
Vatican Insider