Ama tu debilidad
Hoy
me he acercado al invernadero. Hacía mucho tiempo que no pisaba por él; como no
hay nada que cuidar, pues no aparecía.
Pero
hoy, cuando he llegado, he visto las mesas de cultivo llenas de ramas y hojas
secas. Lo primero que me ha venido a la cabeza ha sido arrancar todo y dejarlo
limpio, pero inmediatamente he recordado que, el año pasado, nuestro amigo
Cayetano, cuando vio todo y analizaron los terrenos, me comentó que esas hojas
no había que quitarlas, que se pudren y son abono, y además sueltan la tierra
para oxigenarla.
Así
que, con paciencia, he soltado las hojas que quedaban en las ramas y después
las he mezclado con la tierra, que estaba súper seca. La verdad es que es un
milagro que de esa tierra seca y esas hojas muertas pueda salir vida. Lo he
dejado todo preparado para sembrar unas semillas de cactus que me han regalado.
Al
mirar las mesas de cultivo, pensaba en mi vida, y me daba cuenta de cuántas
veces no amo mi debilidad.
Mi
vida puede estar con tierra más o menos seca pero, cuando se junta con mi
debilidad, ya me quedan pocas esperanzas, porque me han enseñado que tengo que
ser fuerte... pero, dentro de mí, sé que soy débil: muchas veces quiero amar, y
no puedo; quiero perdonar, y no sé cómo hacerlo... Continuamente me encuentro
con las hojas secas de mi debilidad.
Sin
embargo, Jesús me dice que en mi debilidad está mi felicidad, que no es
cuestión de ser fuerte, sino de dejar que Jesús sea fuerte en mí; que tengo que
amar mi debilidad, que Él se hace hombre, y muere, y resucita, para que esa
debilidad no sea en mi vida un problema, sino una fuente de abono para tener
vida.
Pero,
¡qué difícil es aceptarnos pobres, aceptarnos limitados y saber que la vida
está en juntarnos con la tierra! En ti y en mí no tenemos vida, la vida la
tenemos en Jesús, en confiarle todo aquello que nosotros no podemos para que Él
lo haga.
Hoy
el reto del amor es hacer un ratito de oración. En ese momento, lee despacio
esta oración y deja a Jesús ser fuerte en ti.
“Señor
Jesús, ya ves cómo estoy: me siento débil, quiero hacer el bien y muchas veces
no lo hago, quiero amar y no puedo, quiero perdonar y no sé, quiero abrazar y
no siento mis brazos...
Hoy
me rindo a tus pies, Jesús, dejo mi vida en Tus manos, para que Tú lo hagas
todo en mí. Quiero que entres en mi vida. Dame el don de amar, de perdonar, de
abrazar.
Que
hoy ame mi debilidad y te deje a ti, Jesús, ser fuerte en mí. Que viva feliz
este día, dejando que tú cuides de mí.
Gracias
Jesús.
Amén.”
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
