En la 9ª meditación de los
Ejercicios espirituales que imparte el sacerdote portugués José Tolentino de
Mendonça – en los que participa el Santo Padre y la Curia romana en la
localidad de Ariccia – el predicador propuso “escuchar la sed de las
periferias”
Prosiguiendo
con sus reflexiones sobre “la ciencia de la sed”, por la tarde de la quinta
jornada de Ejercicios el predicador comenzó afirmando que mirar con los ojos
bien abiertos la realidad del mundo que nos circunda es esencial, puesto que de
lo contrario, nuestra espiritualidad se convierte en una especia de bola de
confort o una forma de evasión de nuestra responsabilidad social. Mientras la
voz de Dios siempre debe confrontarse con la pregunta formulada en los
orígenes: “¿Dónde está tu hermano?”. De ahí la invitación a interrogarnos
entonces: “¿Dónde está nuestro hermano?”.
Y
añadió que “la sed espiritual y de sentido” sobre la que habían meditado hasta
el momento permanecería “incompleta” si no los condujera “cerca de la sed
literal”, es decir cerca de esa “sed elemental” que atormenta y limita la
existencia de tantas personas de nuestro presente histórico que es tan
“asimétrico”.
“La
Iglesia – dijo el padre Tolentino – no debe tener miedo de ser profética y de
meter el dedo en la llaga. Si bien, como recordaba el arzobispo brasileño
Hélder Câmara: “Cuando doy comida a los pobres, me llaman santo. Cuando
pregunto por qué son pobres, me llaman comunista”.
Jesús es un hombre
periférico
El
predicador también recordó que multitudes de sedientos pueblan hoy las
periferias del mundo en los cinco continentes. A la vez que añadió que el mismo
Jesús es un hombre periférico. Sí, porque no era un ciudadano romano, dado que
no pertenecía al primer mundo de su época, ni formaba parte de la élite judía.
De ahí la pregunta de si de Nazaret podría venir algo bueno. Mientras Galilea
representaba el lugar preferencial del anuncio del Reino y Jesús venía a poner
en la justa perspectiva la realización de la salvación de Dios, salvación que,
según su palabra, obraba ya en el presente a través de la dignificación de la
vida de todos y la capacidad de reconciliar a los periféricos, es decir, a los
enfermos, a los pobres y a los extranjeros.
El
Padre Tolentino también dijo que “la periferia está en el ADN cristiano, lo
acerca a su contexto originario y también a su programa. Lo que representa una
clave indispensable para su hermenéutica espiritual y existencial. A la vez que
destacó que en todas las épocas seguirá siendo, para la experiencia cristiana,
el lugar en el que encontrar y volver a encontrar a Jesús.
El cristianismo en la
periferia
Por
otra parte, el predicador puso de manifiesto que Jesús y los primeros
discípulos no son los únicos que representan el universo de las periferias,
porque el mismo cristianismo es una “realidad periférica”. Sin embargo,
avanzando en su meditación afirmó que cuando los pastores se transforman en
príncipes, pierden el contacto con el rebaño y observan la realidad de un modo distante
y filtrado. Y se vuelven sectarios y elitistas, casi sin darse cuenta.
Por
esta razón afirmó que “una Iglesia que se encierra en un centro, ya no siente
la sed de las periferias, habiéndose vuelto “auto-centrada y auto-referencial”.
Y cuando “la Iglesia no sale, se pliega sobre sí misma y se enferma”. A la vez
que gran parte de las patologías que afectan a las instituciones eclesiales,
tienen sus raíces en esta “auto-referencialidad que es un tipo de narcisismo
teológico”.
“¿Señor, ¿cuándo te hemos
visto?”
El
padre Tolentino volvió a recordar a Hélder Câmara y su preocupación por la
Iglesia de nuestro tiempo cuando se preguntaba: “¿Qué hemos hecho del mensaje
de Cristo? La multitud de los excluidos, de los olvidados, de los sin techo, de
los sin tierra, de los sin nada, ¿cómo pueden creer aún que el Creador es un
Padre que los ama, si nosotros, que osamos llamarnos cristianos, que tenemos
todo, seguimos dejando sus platos vacíos? ¡Nosotros no somos sólo creyentes!
¡Tratemos de ser creíbles!”.
Encuentro en las
periferias existenciales
Tras
recordar el hermoso diálogo de la Iglesia contemporánea que protagonizó el Papa
Benedicto XVI con los astronautas de la estación espacial que orbita en torno a
la Tierra, y que a su juicio ofrece un paradigma cordial de relación, casi una
“metáfora” de lo que puede ser un verdadero encuentro con las periferias
existenciales; el predicador concluyó afirmando que “las periferias, en efecto,
no son sólo lugares físicos, sino también puntos internos de nuestra existencia
y lugares del alma”. Sí porque todos sabemos que a veces “quien está a nuestro
lado”, en realidad “está distante, a causa de distancias infinitas que debemos
abrazar y abatir”.
María Fernanda Bernasconi
– Ciudad del Vaticano
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