9 millones de ciudadanos británicos
no tienen con quién hablar. El Gobierno de May ha creado un ministerio para
luchar una auténtica epidemia que repercute en la salud y le cuesta
millones de libras cada año al Reino Unido
Semanas
e incluso meses sin hablar con nadie. Las 24 horas del día por su cuenta y
completamente aislados de la sociedad. Cada mañana, tarde y noche la misma
rutina sin compañía ninguna.
Una situación, esta, que puede ser más grave para
la salud que enfermedades como la obesidad o tan perjudicial como fumar quince
cigarrillos a diario. La epidemia de soledad crece cada vez más a lo largo de
todo el mundo y especialmente en Reino Unido.
La
soledad como concepto ha vuelto al primer plano en las islas británicas tras la
decisión de la primera ministra Theresa May de crear un cargo ministerial que
se dedique a luchar exclusivamente contra este drama. Una secretaría de estado
que investigue, haga frente y acabe con algo que afecta solo en este país a
nueve millones de personas.
«Como el hambre»
«La
soledad es como el hambre» asegura Penny Thewlis, presidenta de la ONG Age UK
en el condado de Oxfordshire. «El hambre nos recuerda cuándo debemos comer y la
soledad nos dice cuándo debemos buscar compañía, puedes pasar hambre un día,
pero cuando se vuelve algo crónico es cuando te preocupas, lo mismo pasa con la
soledad». Esta asociación, como muchas otras en Reino Unido, lucha para
combatir este problema que afecta mayoritariamente a las personas mayores de 65
años, los grandes afectados.
Aunque
para sorpresa de muchos, no son los únicos, varios estudios realizados en los
últimos meses dejan cifras alarmantes en edades más tempranas. Preocupa también
a las autoridades que cada vez más personas entre los 18 y 24 años dicen
sentirse solos en su día a día.
El
ritmo de vida actual ha reducido considerablemente el tiempo libre del que
disponen los trabajadores o los propios estudiantes que se mudan fuera de sus
lugares de origen para realizar una carrera universitaria o un ciclo formativo.
El aumento de horas y el nivel de trabajo hace que dejen de lado las
actividades de ocio y relaciones con sus amistades a cambio de un aumento del
nivel de estrés que lleva en muchos casos inevitablemente a la soledad.
Problema económico
Este
problema, enraizado en Reino Unido desde hace años se pone de manifiesto al
parecer en los programas electorales de los principales partidos políticos
británicos. No en vano, esta cuestión también toca el bolsillo de los
ciudadanos ya que, según un estudio de la London School of Economics, diez años
de soledad de una persona suponen para el Estado unas 6.000 libras (6.800
euros) en sanidad y otros servicios públicos.
De
hecho, la iniciativa para luchar contra este drama estaba liderada desde el
mismo Parlamento de Westminster por la diputada laborista Jo Cox, asesinada en
2016 por un ciudadano británico ultraderechista cuando hacía campaña en contra
del Brexit. Ella creó una comisión de estudio sobre este problema, que reveló
muchos de los preocupantes datos que ahora se encargará de recopilar y analizar
la Secretaria de Estado de Deportes y Sociedad Civil, Tracey Crouch, la que
asuma este nuevo cargo ministerial.
Muchos
analistas achacan un crecimiento en este problema a los recortes en el
presupuesto de las autoridades locales que conducen al cierre de bibliotecas y
centros de día donde suelen acudir este tipo de personas. Esto, unido al frio
clima británico, puede ser un prejuicio para aquellos cuyo único apoyo se
encuentra en estos lugares.
De
la imposibilidad de salir de casa o de no tener a nadie que les ayude, muchas
veces por el fallecimiento de los seres queridos, se pasa según Julianne
Holt-Lunstad, psicóloga-investigadora del Brigham Young University, «a una
menor integración en la sociedad, una menor interacción, una menor vinculación
emocional, lo que incrementa sin duda el riesgo de sufrir más enfermedades, de
padecer trastornos del sueño o alteraciones psíquicas».
Nadie que les escuche
Una
vez más son las organizaciones y asociaciones como la antes mencionada Age UK
las que intentan poner su granito de arena con, por ejemplo, una serie de
servicios como una línea de llamadas telefónicas para proporcionar la compañía que
muchos necesitan o la organización de comidas con el propósito de poner en
contacto a personas en la misma situación y forjar una amistad. «Simplemente
quieren hablar porque no tienen a nadie que les escuche», asegura Thewlis.
La
solución, a priori muy complicada, tiene un punto de partida «actos simples de
compañía» que pueden, según la directora de enfermería del Servicio de Salud
Británico Jane Cummings, marcar la diferencia y ayudar a solventar muchos de
los casos de desamparo que se dan actualmente a lo largo y ancho de todo Reino
Unido.
Iván
Alonso
Fuente:
ABC