María nos hace comprender
cómo debe acogerse el evento de la Navidad, a saber: “No superficialmente, sino
en el corazón”, explicó el Papa
“En
la primera página del calendario del año nuevo que el Señor nos dona, la
Iglesia pone, como una estupenda miniatura, la Solemnidad litúrgica de María
Santísima Madre de Dios”. Con estas palabras el Papa Francisco comenzó su
alocución antes de rezar el Ángelus. Y añadió que “en este primer día del año
solar, fijamos la mirada sobre Ella, para retomar el camino a lo largo de los
senderos del tiempo bajo su protección maternal.
Rezar contemplando y
gustando el don que es Jesús mismo
Al
comentar el Evangelio del día, de San Lucas, que nos reconduce a la gruta de
Belén, donde los pastores encontraron a la Sagrada Familia y refirieron a todos
el anuncio de que aquel recién nacido era el Salvador, tal como les habían
dicho los ángeles, el Papa explicó: “Todos se maravillan, mientras María nos
hace comprender cómo debe acogerse el evento de la Navidad, a saber: “No
superficialmente, sino en el corazón”. Indicándonos así – dijo el Santo Padre –
el verdadero modo de recibir el don de Dios, es decir, “conservarlo en el
corazón y meditarlo”.
María dilata su maternidad
convirtiéndose en la primera discípula de Jesús
Además,
Francisco recordó que si bien a través de María el Hijo de Dios asume
la corporeidad, su maternidad “no se reduce a esto”; puesto que “gracias a su
fe, Ella también es la primera discípula de Jesús”, lo que “dilata su
maternidad”. Sí porque como dijo el Obispo de Roma gracias a la fe de María, se
produce el primer “signo milagroso” en Caná, que “contribuye a suscitar la fe
de los discípulos”. Y con esa misma fe Ella está presente a los pies de la cruz
y recibe, como hijo, al Apóstol Juan; mientras después de la Resurrección, se
convierte en “Madre orante de la Iglesia sobre la que desciende con poder el
Espíritu Santo en el día de Pentecostés”.
“María se coloca entre su
Hijo Jesús y los hombres en la realidad de sus privaciones, indigencias y sufrimientos”
De
manera que, como madre explicó el Papa, María desempeña una función muy
especial: se coloca entre su Hijo Jesús y los hombres en la realidad de sus
privaciones, indigencias y sufrimientos”. Y añadió que Ella intercede ante
su Hijo por las “necesidades de los hombres, especialmente los más débiles y
necesitados”.
“Precisamente
a estas personas – explicó el Santo Padre – está dedicado el tema de la Jornada
Mundial de la Paz que hoy celebramos: “Migrantes y refugiados: hombres y
mujeres que buscan la paz”. Por esta razón el Papa manifestó que deseaba,
una vez más, hacerse voz de estos hermanos y hermanas nuestros que invocan para
su futuro un horizonte de paz”. Y glosando una frase de su Mensaje para esta
51ª Jornada Mundial de la Paz, Francisco recordó que por esta paz – que es un
derecho de todos – muchos de ellos están dispuestos a arriesgar sus vidas en
viajes largos y peligrosos, afrontando fatigas y sufrimientos.
Asegurar a los refugiados,
a los migrantes y a todos, un futuro de paz
“No sofoquemos sus
expectativas de paz ”
El
Papa pidió que no apaguemos la esperanza que albergan en su corazón; no
sofoquemos sus expectativas de paz. Porque como dijo el Santo Padre, es
importante que por parte de todos, instituciones civiles, realidades
educativas, asistenciales y eclesiales, exista el empeño de “asegurar a los
refugiados, a los migrantes y a todos, un futuro de paz”. De ahí que el
Pontífice haya pedido al Señor que nos conceda obrar durante este nuevo año con
generosidad para realizar un mundo más solidario y acogedor.
Después
de rezar a la Madre de Dios y Madre nuestra en este 2018 recién comenzado
pidiendo refugio bajo su protección, el Papa Bergoglio saludó a los fieles y
peregrinos presentes en la Plaza de San Pedro: “Queridos hermanos y
hermanas, en el umbral del 2018, dirijo a todos mi saludo cordial con mis
deseos de todo bien para el año nuevo”.
Al
gradecer públicamente al Presidente de la República Italiana las felicitaciones
que recibió ayer por la tarde en su Mensaje de fin de año Francisco deseó
al pueblo italiano un año de serenidad y de paz, iluminado por la bendición
constante de Dios.
También
manifestó su aprecio por las múltiples iniciativas de oración y de paz,
organizadas en tantas partes del mundo con ocasión de la Jornada Mundial de la
Paz. Además de saludar a los participantes de diversas manifestaciones
relacionadas con la paz en la tierra, el Obispo de Roma animó a todos estos
“queridos amigos” a llevar adelante “con alegría su empeño de solidaridad,
especialmente en las periferias de las ciudades, para favorecer la pacífica
convivencia”.
A
todos los presentes el Pontífice renovó sus parabienes por un año de paz en la
gracia del Señor y con la protección maternal de María, la Santa Madre de
Dios. Y concluyó diciendo: “¡Buen año, buen almuerzo, y no se olviden de
rezar por mí! ¡Hasta la vista!
María
Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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