“Quien no padece con el hermano que sufre, aunque sea diferente de él por
religión, idioma o cultura, debe interrogarse sobre su propia humanidad”. Es
cuanto escribe el Papa en su cuenta oficial de Twitter, @Pontifex
Francisco nos llama
a la empatía, lo que nos conduce a reflexionar acerca de las numerosas veces en
que el Santo Padre ha expresado conceptos relacionados con la integración.
Así por ejemplo, el 1 de octubre del año pasado, el
Obispo de Roma celebraba un afectuoso encuentro con los emigrantes y
con el personal del servicio de asistencia en el Centro de acogida de
Vía Enrico Mattei de Bolonia, en el ámbito de su visita pastoral a
esa localidad de la Región italiana de Emilia-Romaña, en el norte del país,
para clausurar el Congreso Eucarístico Diocesano y a Cesena, en el
tercer centenario del nacimiento del Papa Pío VI.
En efecto, la primera actividad pública del Santo
Padre de aquel domingo fue su visita al Centro Regional de acogida
donde se encontró con los jóvenes norafricanos que aquí reciben alojamiento y
servicios de atención tras desembarcar en las costas italianas.
En este Centro – que antiguamente era un lugar de
detención en el que se procedía a la identificación y expulsión de los ciudadanos
que ingresaban en Europa de modo ilegal – unos mil emigrantes huéspedes
esperaban al Papa con sus sonrisas y manos
extendidas, mientras con sus teléfonos celulares se fotografiaban con Francisco para
enviar inmediatamente esas “selfis” a sus familias de origen.
Y el Santo Padre – llamándolos
“queridos hermanos y hermanas” – los saludaba cordialmente asegurándoles, ante
todo, su cercanía. A la vez que les explicaba que él mismo había querido que
éste fuera el lugar de su primer encuentro en Bolonia, por ser el “puerto” de
llegada de quienes proceden desde tan lejos con sacrificios que, a veces, ni
siquiera ellos mismos logran relatar.
Por esta razón el Papa Francisco afirmaba
que muchos no los conocen y los temen, lo que les hace sentir que tienen el derecho
de juzgarlos, haciéndolo con dureza y frialdad, creyendo que ven bien.
“Sólo se ve bien con la cercanía que da la
misericordia”
Sin embargo, el Santo Padre decía que
“no es así”. Puesto que “sólo se ve bien con la cercanía que da la
misericordia”. Y añadía que sin la misericordia “el otro permanece un
extraño o incluso un enemigo”, que “no puede llegar a ser mi prójimo”.
Y lo mismo sucede – proseguía diciendo Francisco –
cuando se escriben frases e insultos terribles en internet. De manera que si vemos
al prójimo “sin misericordia”, no percibimos su sufrimiento y sus problemas. A
la vez que añadía: “Hoy veo sólo tantas ganas de amistad y de ayuda”.
El fenómeno migratorio requiere una visión y una gran
determinación en su gestión
Por esta razón el Pontífice agradecía
a las instituciones y a todos los voluntarios la atención y el esmero con que
se ocupan de quienes son hospedados en este lugar. Y, al mismo tiempo,
el Papa recordaba que el fenómeno migratorio
requiere una visión y una gran determinación en su gestión, con inteligencia y
estructuras que no permitan la explotación que es más inaceptable aún, cuando
se trata de personas pobres.
“La integración comienza con el conocimiento”
“La integración comienza con el conocimiento” –
decía Francisco – y añadía que el contacto con el otro conduce
a descubrir el ‘secreto’ que cada uno lleva consigo y también el don que
representa, para abrirse a él a fin de acoger los aspectos válidos, aprendiendo
así a quererse y venciendo el miedo, ayudándolo a insertarse en la nueva
comunidad que lo recibe”.
“La Iglesia no hace distinción y ama a cada hombre
como hijo de Dios”
Después de algunas consideraciones, el Santo
Padre los definía “luchadores de esperanza”. Mientras recordaba que
algunos no habían logrado llegar por haber sido literalmente “engullidos” por
el desierto o el mar… En cuanto a la Iglesia el Obispo de Roma reafirmaba
que “es una madre que no hace distinción y que ama a cada hombre como hijo de
Dios, es decir, a su imagen”. A la vez que recordaba que desde siempre Bolonia
ha sido una ciudad famosa por la acogida.
María Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
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