Es necesario por parte de
los laicos católicos, que no queden indiferentes a la cosa pública, ni
relegados a los templos ni en espera de directivas eclesiásticas
Se
lleva a cabo del 1º al 3 de diciembre, en Bogotá, Colombia, el “Encuentro de
católicos con responsabilidades políticas al servicio de los pueblos
Latinoamericanos”, organizado por la Pontificia Comisión para América Latina
junto al Consejo Episcopal Latinoamericano.
A
diez años del documento de Aparecida la Iglesia en América Latina, cerca de
setenta políticos, y veinte entre obispos y cardenales de los distintos países
latinoamericanos, a partir del intercambio de experiencias, reflexionan sobre
el papel de los laicos en la política, y sobre el aporte de la Iglesia católica
a la misma.
En
este contexto, el Santo Padre se hizo presente en el encuentro con un extenso
video mensaje en el que recordó, en primer lugar, el concepto expresado ya por
Papa Pio XII y retomado por los sucesivos pontífices, de que “la política una
de las formas más elevadas de caridad”.
La
política es ante todo servicio, reiteró Francisco, “no es sierva de ambiciones
individuales”, “tampoco patrona, que pretende regir todas las dimensiones de la
vida de las personas, incluso recayendo en formas de autocracia y
totalitarismo”. La referencia –dice el Papa - de este servicio es el bien
común, concebido ya por el Concilio Vaticano II, como “el conjunto de aquellas
condiciones de vida social con las cuales los hombres, las familias y las
asociaciones pueden lograr con mayor plenitud y facilidad su propia
perfección”, o bien, dicho en otras palabras, como atmósfera de crecimiento de
la persona, de la familia y de los grupos intermedios.
Citando
aún el Concilio, el Papa señala asimismo la mejor manera de llegar a una
política auténticamente humana, es decir, aquella de «fomentar el sentido
interior de la justicia, de la benevolencia y del servicio al bien común».
Tras
reproponer el fin más profundo de la política el Santo Padre alude a la
necesidad de una rehabilitación de la misma, haciendo despliegue de algunas de
las problemáticas hodiernas en ese ámbito en América Latina, como la ausencia
de debates políticos de altura que vayan más allá de las así llamadas políticas
de cabotaje, como las ráfagas de acusaciones recíprocas que sustituyen el
diálogo abierto y respetuoso, o la falta de formación y recambio generacional;
todo esto sin dejar de reconocer la existencia de políticos de orientaciones
distintas, que se acercan a la figura ideal de la dirigencia política, y que
son capaces de movilizar sectores populares en pos de grandes objetivos
nacionales y latinoamericanos.
También
los grandes desafíos que debe atender la política fueron puestos en evidencia
por el pontífice, a partir de la custodia de la vida en todas sus etapas y
manifestaciones, pasando por el crecimiento industrial, tecnológico, auto
sostenido y sustentable, la pobreza, “la escandalosa desigualdad social”, la
exclusión, la necesidad de fortificar el tejido familiar y social, y la de
deshacerse de “la lacra de la corrupción”, entre muchos otros.
No
faltó la observación del Papa en relación a la ausencia de voces e iniciativas
de laicos católicos que abran camino al Evangelio en la vida política de las
naciones, laicos que tengan la capacidad de ordenar, gestionar y transformar la
sociedad según los criterios evangélicos, ni tampoco el recordatorio a los
pastores de comprometerse con el pueblo, trabajar con él, soñar, reflexionar y
sobre todo rezar junto al pueblo, sin caer en el clericalismo que a menudo
induce a la tentación de pensar que el así llamado “laico comprometido”, es el
que trabaja en obras de la Iglesia o en parroquias, descuidando, en
consecuencia, al creyente que “muchas veces quema su esperanza en la lucha
cotidiana por vivir su fe”.
Por
lo tanto, añade el Papa en el video mensaje, es necesario por parte de los
laicos católicos, que no queden indiferentes a la cosa pública, ni relegados a
los templos ni en espera de directivas eclesiásticas, y por parte de los
pastores, que escuchen con mucha atención la experiencia, reflexiones e
inquietudes que pueden compartir los laicos que viven su fe en los distintos
ámbitos de la vida social y política.
“Vuestro
diálogo sincero en este Encuentro es muy importante”, concluye el pontífice,
“hablen con libertad”. “De vuestro diálogo se podrán ir sacando factores
iluminantes, factores orientadores para la misión de la Iglesia en la
actualidad”.
De
Griselda Mutual
Radio
Vaticano
