La
ternura de Dios como rasgo que lo define fue el núcleo de la homilía del Santo
Padre Francisco durante la Misa matutina – del segundo jueves de diciembre
– celebrada en la capilla de la Casa de Santa Marta
El tema lo sugirió la
primera Lectura tomada del Libro del profeta Isaías y del Salmo en el
que se dice de Dios: “… su ternura se expande sobre todas las criaturas”. La
imagen presentada por Isaías es la de un Dios que nos habla a nosotros como lo
hace un papá con su niño, cambiando su voz para hacerla lo más posible
semejante a la suya. Y ante todo lo tranquiliza acariciándolo: “No temas, Yo vengo
en tu ayuda”.
“Parece
que nuestro Dios quiere cantarnos la canción de cuna. Nuestro Dios es capaz de
esto. Su ternura es así: es padre y madre. Tantas veces ha dicho: “Pero si una
mamá se olvidara de su hijo, Yo no te olvidaré. Nos lleva en sus propias entrañas.
Es el Dios que con este diálogo se hace pequeño para hacernos comprender, para
hacer que nosotros tengamos confianza en Él y podamos decirle con la audacia de
Pablo que cambia la palabra y dice: “Papá, Abba”. Papá… Es la ternura de Dios”.
El grande que se hace
pequeño y el pequeño que es grande
Es
verdad, “a veces Dios nos aporrea” – dijo el Papa Francisco – y
añadió que Él es el grande, pero con su ternura se acerca a nosotros y nos
salva. Y éste es el misterio y una de las cosas más bellas:
“Es
el Dios grande que se hace pequeño y en su pequeñez no deja de ser grande. Y en
esta dialéctica grande es pequeño: está la ternura de Dios. El grande que
se hace pequeño y el pequeño que es grande. La Navidad nos ayuda a comprender
esto: en aquel pesebre… el Dios pequeño. Me viene a la mente una frase de Santo
Tomás, en la primera parte de la Suma. Queriendo explicar esto: “¿Qué es
divino? ¿Qué es la cosa más divina?”, dice: “Non coerceri a maximo
contineri tamen a minimo divinum est”, es decir no asustarse de las cosas
grandes, sino tener en cuenta las cosas pequeñas. Esto es divino, ambos
juntos”.
Y de modo especial, ¿dónde
se manifiesta la ternura de Dios?
Dios
no sólo nos ayuda, sino que también nos hace promesas de alegría, de gran
tranquilidad, para ayudarnos a ir adelante. Dios que – reafirmó el Papa –
no sólo es padre sino también papá:
“¿Soy
capaz de hablar con el Señor así o tengo miedo? Que cada uno responda. Y
alguien podría decir, podría preguntar: ‘¿Pero cuál es el lugar teológico de
la ternura de Dios? ¿Dónde se puede encontrar bien la ternura de Dios?
¿Cuál es el lugar en el que se manifiesta mejor la ternura de Dios?’. ‘La
llaga’. Mis llagas, tus llagas, cuando se encuentra mi llaga con su llaga. En
sus llagas hemos sido curados”.
Hacia
el final de su reflexión el Santo Padre Francisco recordó la parábola
del Buen Samaritano: allí alguien se inclinó sobre el hombre que se había
encontrado con los bandidos y lo socorrió limpiando sus heridas y pagando su
curación. He aquí “el lugar teológico de la ternura de Dios: nuestras llagas”.
Y concluyó exhortando a pensar durante esta jornada en la invitación del Señor:
“Vamos, muéstrame tus llagas. Quiero curarlas”.
María
Fernanda Bernasconi – Ciudad del Vaticano
Radio
Vaticano