Medicina para el alma
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Hace
unos días me escribió Carmen, una amiga farmacéutica. Me pedía calendarios y
alguna cosilla más. Escribiéndole por WhatsApp, le comenté que estoy con
catarro, (algo muy normal en estas fechas), a lo que ella me contestó diciendo
que me mandaría un “kit de supervivencia conventual”.
Ayer
ya tenía su paquete en mis manos; me ha metido de todo, hasta clínex...
Cogí
una de las medicinas que decía que era para catarros. En la caja indicaba que
tenía tres componentes: uno, paracetamol; otro... Total, que cada cosa era para
hacer frente una parte de los síntomas del catarro: el malestar, el proceso
alérgico...
Abrí
la caja y me encontré con unos cuantos sobres. Al rasgar uno de ellos, vi que
la medicina, en realidad, era un montoncito de polvos. Me quedé mirando dentro
del sobre y pensé: “¿Esto tan pequeño va a actuar en mi cuerpo, que es súper
grande, y va a reducir el catarro que me tiene muerta?” Pero, sin querer dar
más vueltas al asunto, vertí los polvos en un vaso con un poco de agua y me lo
tragué. Sabía fatal.
Pero,
a la media hora, me empecé a encontrar genial. No me lo podía creer; esos
polvos, junto al agua, han hecho el milagro.
Poco
después empezaba la Eucaristía. Me di cuenta de que la Misa es como esta
medicina: está compuesta por varias partes, pequeños polvos de gestos, palabras...
Si la unes totalmente y la vives, encuentras Vida en ella.
En
el discurso del Pan de Vida, Jesús nos muestra una lista larguísima de los
beneficios de esta Medicina. Sólo hay que ver la cantidad de veces que repite
“quien coma mi carne y beba mi sangre”... añadiendo cada vez algo distinto:
“habita en mí y yo en él”, “tendrá vida eterna”... ¡no he visto nunca un mejor
prospecto!
Como
en las medicinas, es interesante entender los componentes, sus efectos... Pero
entender no es lo fundamental. Lo importante es tomar la medicina en cuestión.
Cristo no te pide que lo entiendas todo. Cristo te pide que confíes en Él del
todo.
La
Eucaristía es el gran misterio de nuestra fe. Si la miras por separado, no
entiendes nada; pero, si la tomas, si acudes a ella y participas comulgando del
cuerpo y sangre de Cristo, te darás cuenta de que es la Medicina de las medicinas.
Es Cristo en ti.
Hoy
el reto del amor es ir a una Eucaristía, dejar que Cristo cure tu catarro.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma