El lema de este viaje era «Demos el primer paso. Volviendo, me gustaría que el lema fuera: «Demos el segundo paso». Son alrededor de 54 años de guerrilla, y ahí se acumula mucho odio, muchas almas enfermas
Durante el vuelo de regreso de
Cartagena de Indias, Francisco respondió a preguntas sobre las políticas para
detener los desembarcos y expresó su agradecimiento a Italia: «Quien gobierna
debe ocuparse del problema con prudencia» Sobre los huracanes y aluviones:
«Somos soberbios, no queremos ver.
Pero los científicos son muy claros sobre la
influencia humana en los cambios climáticos». Sobre Trump, que abolió la ley
para los «dreamers»: «Si es un buen “pro-life”, que defienda la unidad de las
familias». Sobre Venezuela: «Creo que la ONU tiene que hacerse oír»
«Me incliné para saludar a un
chiquillo, no vi el cristal y... ¡pum! Me pusieron el ojo en compota, pero no
me duele». El Papa, con una sonrisa y un evidente moretón en el pómulo
izquierdo de la cara, respondió de esta manera a quien le preguntó cómo se
sentía después del pequeño accidente que tuvo en Cartagena. Inmediatamente
después de que despegara el vuelo de Avianca hacia Roma, Francisco dialogó
durante 38 minutos con los periodistas que lo acompañaban sobre temas
como la inmigración, el cambio climático, la última medida de Trump y
la situación en Venezuela. Confirmó que se reunió en privado con el primer
ministro italiano Paolo Gentiloni, pero negó que hubieran hablado sobre los
migrantes. Manifestó su apoyo a Italia por todo lo que está haciendo para
tratar de ocuparse de la emergencia de los desembarcos y regular los
flujos de migrantes.
La Iglesia italiana ha
expresado comprensión hacia la política del gobierno para restringir el flujo
de migrantes desde Libia. Se habló de un encuentro entre usted y el presidente
del Consejo Gentiloni: ¿hablaron sobre este tema? ¿Qué piensa usted sobre esta
política de cerrar las partidas, considerando que los migrantes que se quedan
en Libia viven en condiciones inhumanas?
El encuentro con Gentiloni
fue personal, se dio antes de este problema, y no fue sobre este argumento.
Siento, como sea, el deber de expresar gratitud a Italia y Grecia porque han
abierto el corazón a los migrantes. Acogerlos es un mandamiento de Dios… Pero
un gobierno debe ocuparse de este problema con la virtud propia de la
prudencia. Entonces, primero: ¿cuántos sitios tienes? Segundo: no solo
acogerlos, sino también integrarlos. He visto ejemplos en Italia de integración
bellísima. Cuando fui a la Universidad Roma Tre, me pareció que conocía de cara
a la última de los cuatro estudiantes que me hicieron preguntas. Es una de las
que vinieron de Lesbos conmigo en el avión. Ha aprendido la lengua, hizo que le
convalidaran sus estudios. Esto se llama integrar. Tres: hay un problema
humanitario. La humanidad cobra conciencia de estos lagers, de las condiciones
en las que viven estos migrantes en el desierto, he visto algunas fotos. Tengo
la impresión de que el gobierno italiano está haciendo de todo en ámbito humanitario,
para resolver también los problemas que no podría asumirse. Pero después está
nuestro inconsciente colectivo, que piensa: “Hay que explotar África”. Hay que
invertir esto: “África es amiga y debe ser ayudada”.
Mientras estamos volando,
pasamos cerca del huracán Irma que, después de haber provocado decenas de
muertos en el Caribe, ahora va hacia Florida y hay millones de desplazados. Los
científicos creen que el calentamiento de los océanos hace que los huracanes
sean más intensos. ¿Hay una responsabilidad moral de los líderes políticos que
rechazan colaborar con las demás naciones negando que este cambio climático es
obra del hombre?
Quien niega esto debe
preguntárselo a los científicos: ellos hablan muy claro, son precisos. El otro
día salió la noticia de esa nave rusa que fue de Noruega a Japón y atravesó el
Polo Norte sin encontrar hielo. Dijeron en una universidad que solamente
tenemos tres años para volver atrás, al contrario: habrá consecuencias
terribles. Yo no sé si lo de los tres años sea cierto o no, pero si no volvemos
atrás, ¡nos vamos a caer! EL cambio climático se ve en sus efectos, y todos
nosotros tenemos una responsabilidad moral al tomar decisiones. Creo que es
algo muy serio. Cada uno tiene su responsabilidad moral y los políticos tienen
la suya. Que uno le pregunte a los científicos y que luego decida. La historia
juzgará sus decisiones.
El cambio climático se deja
sentir también en Italia, ha habido muchos muertos en estos días y muchos
daños…. ¿Por qué los gobiernos tardan tanto en cobrar conciencia mientras en
otros sectores son más presurosos; pienso, por ejemplo, en la carrera
armamentista de Corea?
Me viene a la mente una frase
del Antiguo Testamento: el hombre es un estúpido, un testarudo que no ve. Es el
único animal que cae dos veces en el mismo hoyo. La soberbia, la suficiencia… y
luego está el «dios bolsillo». Muchas decisiones dependen del dinero. Hoy, en
Cartagena, comencé visitando una parte pobre de la ciudad. Del otro lado está
la parte turística, un lujo, y un lujo sin medidas morales. Pero, ¿los que
están allá no se dan cuenta de esto? ¿Los analistas socio-políticos no se dan
cuenta? Cuando no se quiere ver, no se ve, se mira solo hacia una parte. Y
sobre Corea del Norte: de verdad no entiendo el mundo de la geopolítica, pero
creo que allí hay una lucha de intereses que no logro comprender.
Cada vez que usted se reúne
con los jóvenes siempre les dicen que no se dejen robar la esperanza, el
futuro. El presidente Trump, en los Estados Unidos, abolió la ley de los
«dreamers», los «soñadores», y perderán el futuro 800 mil chicos que entraron
ilegalmente cuando eran menores de edad. ¿Qué le parece?
Escuché sobre la abolición de
esta ley, pero no he podido leer los artículos, sobre cómo y por qué se tomó esta
decisión. No conozco bien la situación. Pero separar a los jóvenes de la
familia no es algo que dé buenos frutos ni para los jóvenes ni para la familia.
Esta ley viene del ejecutivo y no del Parlamento: si es así, tengo la esperanza
de que lo vuelvan a pensar un poco. He oído hablar al presidente de Estados
Unidos, que se presenta como un «pro-life». Si es un buen «pro-life», comprende
la importancia de la familia y de la vida: hay que defender la unidad de la
familia. Cuando los jóvenes se sienten explotados, al final se sienten sin
esperanza. ¿Y quién les roba la esperanza? La droga, las demás dependencias, el
suicidio, al que se puede llegar cuando se es separado de las propias raíces.
Cualquier cosa que vaya en contra de las raíces roba la esperanza.
Usted, al final de este
viaje, habló sobre Venezuela y rezó para que se acabe la violencia en ese país.
En Bogotá se reunió con algunos obispos venezolanos. La Santa Sede está
comprometida en el diálogo, pero el presidente Nicolás Maduro usa palabras muy
violentas contra los obispos y afirma, en cambio, de estar «con el Papa
Francisco». ¿Qué puede decir?
Creo que la Santa Sede ha
parlado de manera fuerte y clara. Lo que dice Maduro que lo explique él. Yo no
sé qué tiene en mente. La Santa Sede ha hecho tanto, ha invitado a ese grupo de
trabajo compuesto por cuatro ex-presidentes, un nuncio de primer nivel; ha
hablado con las personas y públicamente. Yo, muchas veces, en el Ángelus, he
hablado siempre buscando una salida, ofreciendo ayuda para salir de esta
situación, pero parece que la cosa es muy difícil y lo que es más doloroso es
el problema humanitario: mucha gente escapa o sufre. Debemos ayudar a resolver
la situación de cualquier manera. Creo que las Naciones Unidas deben hacerse
oír allí para ayudar.
Usted llegó a Colombia, un
país dividido entre los que aceptan los acuerdos de paz y los que no los
aceptan. ¿Qué hay que hacer concretamente para que las partes divididas superen
el odio? Si volviera dentro de algunos años, ¿cómo le gustaría encontrar a
Colombia?
El lema de este viaje era
«Demos el primer paso. Volviendo, me gustaría que el lema fuera: «Demos el
segundo paso». Son alrededor de 54 años de guerrilla, y ahí se acumula mucho
odio, muchas almas enfermas. La enfermedad no es culpable, viene… Estas
guerrillas y los paramilitares han cometido pecados feos y han traído esta
enfermedad del odio. Pero hay pasos que dan esperanza. El último fue el cese al
fuego del ELN (el Ejército de Liberación Nacional), y le agradezco mucho. He
percibido una voluntad de seguir adelante que va más allá de las negociaciones
en acto, una fuerza espontánea. Allí está la voluntad del pueblo. El pueblo
quiere respirar y debemos ayudarlo con la cercanía y la oración.
Colombia ha sufrido muchas
décadas de violencia por un conflicto armado y por el narcotráfico. La
corrupción no es nueva en nuestro país, pero ahora que ya no hay noticias sobre
la guerra, se ha vuelto muy evidente. ¿Qué hacer con este flagelo? ¿Hay que
excomulgar a los corruptos?
¿El corrupto puede obtener el
perdón? Me lo pregunto y, cuando se da un hecho en una provincia de la
Argentina, la violencia y el abuso contra una chica en el que estuvieron
implicados poderes políticos, escribí un libro titulado «Pecado y corrupción».
Todos somos pecadores, y sabemos que el Señor está cerca e nosotros y que no se
cansa de perdonarnos. Pero el pecador pide perdón, mientras que el corrupto se
cansa de pedir perdón y se olvida cómo se pide perdón: está en un estado de
insensibilidad frente a los valores, a la explotación de la persona. Es muy
difícil ayudar a un corrupto, pero Dios puede hacerlo.
Usted ha hablado sobre el
primer paso, hoy dijo que para llegar a la paz hay que involucrar a diferentes
actores. ¿Cree que el modelo Colombia se podría replicar en otros conflictos?
Involucrar a otras personas:
no es la primera vez que sucede, se ha hecho en muchos conflictos. Es una
manera sapiencial de seguir adelante, es la sabiduría de pedir ayuda. Los
acuerdos políticos ayudan y piden, a veces, la intervención de la ONU para salir
de una crisis, pero un proceso de paz solo podrá salir adelante si lo toma en
las manos el pueblo.
ANDREA
TORNIELLI
ENVIADO DESDE EL VUELO CARTAGENA-ROMA
Fuente: Vatican Insider