El turismo puede ser un
instrumento importante para el crecimiento y para la lucha contra la pobreza
Cada
27 de septiembre se celebra la Jornada Mundial del Turismo, y como cada año
la Santa Sede ha
hecho público un Mensaje en el que habla de la importancia de este fenómeno.
“El
tiempo de vacaciones no puede ser, de hecho, pretexto ni para la
irresponsabilidad ni para la explotación: es más, éste es un tiempo noble, en
el que cada uno puede enriquecer su propia vida y la de los demás”, dice el
mensaje que por primera vez está publicado por el nuevo Dicasterio para el
Servicio del Desarrollo Humano Integral y está firmado por su Prefecto, el
Cardenal Peter Turkson.
A
continuación, el texto completo del Mensaje:
“El turismo sostenible
como instrumento de desarrollo”
1.
Con ocasión de la Jornada Mundial del Turismo, que cada año se celebra el 27 de
septiembre, la Iglesia se
une a la sociedad civil en la aproximación a este fenómeno, desde el convencimiento
de que toda actividad genuinamente humana debe encontrar eco en el corazón de
los discípulos de Cristo.
Por
primera vez, este mensaje es publicado por el nuevo Dicasterio para el Servicio
del Desarrollo Humano Integral, como parte de su propia misión.
La
Asamblea general de las Naciones Unidas ha proclamado el 2017 “Año
Internacional del Turismo Sostenible para el Desarrollo”. Oportunamente, la
Organización Mundial del Turismo (OMT) ha hecho suya esta decisión eligiendo
como título para la Jornada de 2017 “El turismo sostenible como instrumento de
desarrollo”.
2.
Cuando hablamos de turismo, nos referimos a un fenómeno de gran importancia,
tanto por el número de personas implicadas (viajeros y trabajadores), como por
los numerosos beneficios que puede ofrecer (tanto económicos como culturales y
sociales), pero también por los riesgos y peligros que en diversos ámbitos
puede suponer.
Según
el último Barómetro de la Organización Mundial del Turismo, referido a 2016,
asciende a unos 1.235 millones el número de llegadas turísticas
internacionales.
A
nivel mundial, el sector representa el 10% del PIB y el 7% del total de las
exportaciones, teniendo en cuenta que uno de cada 11 puestos de trabajo se
encuentra en el turismo. Éste ocupa por tanto un lugar relevante en las
economías de los diversos Estados y en las políticas dirigidas a alcanzar el
desarrollo inclusivo y la sostenibilidad ambiental a nivel global.
3.
El turismo puede ser un instrumento importante para el crecimiento y para la
lucha contra la pobreza. Según la doctrina social de la Iglesia, el auténtico
desarrollo “no se reduce al simple crecimiento económico”. Éste, de hecho, para
ser auténtico “debe ser integral”, es decir, “promover a todos los hombres y a
todo el hombre”, como pone de manifiesto la Carta encíclica Populorum
progressio. En este sentido, Pablo VI subrayaba la necesidad de promover un
“humanismo pleno”, que incluya las exigencias materiales y espirituales para la
maduración de toda persona en su propia dignidad.
Veinte
años después, en 1987, la ONU introducía el concepto de desarrollo sostenible
como aquel “que satisfaga las necesidades del presente sin comprometer la
capacidad de las futuras generaciones para satisfacer las propias”. Para la
Iglesia, el concepto “integral”, unido a la expresión “desarrollo humano”,
permite incluir también esa sostenibilidad de la que hablan las Naciones
Unidas, abrazando todos los aspectos de la vida: social, económico, político,
cultural, espiritual, y haciéndoles parte de una única síntesis, la persona
humana.
La
OMT ha aplicado estas ideas para promover el “turismo sostenible”. Esto
significa que debe ser responsable, no destructivo ni perjudicial para el
ambiente ni para el contexto sociocultural sobre el que incide, particularmente
respetuoso con las poblaciones y su patrimonio, orientado a la salvaguardia de
la dignidad personal y de los derechos laborales, al tiempo que atento a las
personas más desfavorecidas y vulnerables. El tiempo de vacaciones no puede
ser, de hecho, pretexto ni para la irresponsabilidad ni para la explotación: es
más, éste es un tiempo noble, en el que cada uno puede enriquecer su propia
vida y la de los demás. El turismo sostenible es un instrumento de desarrollo
también para las economías en dificultad si se convierte en vehículo de nuevas
oportunidades, y no en fuente de problemas.
En
la resolución de 2017, las Naciones Unidas reconocen que el turismo sostenible
es “instrumento positivo para erradicar la pobreza, proteger el medio ambiente,
mejorar la calidad de vida y empoderar económicamente a las mujeres y los
jóvenes, así como su contribución a las tres dimensiones del desarrollo
sostenible, especialmente en los países en desarrollo”. En esta línea, se debe
promover la sostenibilidad “ecológica”, que procura no modificar los
ecosistemas; la sostenibilidad “social”, que se desarrolla en armonía con la
comunidad que acoge; la sostenibilidad “económica”, que impulsa un crecimiento
inclusivo.
En
el contexto de la Agenda 2030, el presente Año internacional se presenta como
una oportunidad para favorecer políticas adecuadas por parte de los gobiernos
así como buenas prácticas por parte de las empresas del sector, y para
sensibilizar a los consumidores y a las poblaciones locales, poniendo de
manifiesto cómo una concepción integral del turismo puede contribuir a un
auténtico desarrollo sostenible.
4.
Conscientes de que “en todo su ser y obrar, la Iglesia está llamada a promover
el desarrollo integral del hombre a la luz del Evangelio”, los cristianos
queremos ofrecer nuestra contribución para que el turismo pueda ayudar al
desarrollo de los pueblos, especialmente de los más desfavorecidos. Proponemos,
por eso, nuestra reflexión. Reconocemos a Dios como Creador del universo y
Padre de todos los hombres, que nos hace hermanos los unos de los otros.
Ponemos al centro la persona humana; respetamos la dignidad de cada uno y la
interacción relacional entre los hombres; compartimos el principio del destino
común de la familia humana
y el destino universal de los bienes de la tierra. El ser humano no actúa, por
tanto, como dueño, sino como “administrador responsable”. Al reconocernos como
hermanos, comprenderemos “el principio de gratuidad y la lógica del don”, y
nuestros deberes de solidaridad, justicia y caridad universal.
En
este punto nos preguntamos: ¿en qué modo estos principios pueden conformar el
desarrollo del turismo? ¿Qué consecuencias se derivan para los turistas, los
emprendedores, los trabajadores, los gobernantes y las comunidades locales? Es
ésta una reflexión abierta. Invitamos a todas las personas implicadas a
comprometerse en un serio discernimiento y a promover prácticas en esta línea,
acompañando comportamientos y cambios en los estilos de vida hacía un nuevo
modo de situarse en relación con el otro.
La
Iglesia está ofreciendo su propia contribución, promoviendo iniciativas que
ponen realmente el turismo al servicio del desarrollo integral de la persona.
Por esto se habla de “turismo con rostro humano”, que se concreta en proyectos
de “turismo de comunidad”, “de cooperación”, “de solidaridad”, así como en la
valoración de su importante patrimonio artístico, que es un auténtico “camino
de la belleza”.
En
el discurso a las Naciones Unidas, el Papa Francisco afirmaba: “La casa común
de todos los hombres debe continuar levantándose sobre una recta comprensión de
la fraternidad universal y sobre el respeto de la sacralidad de cada vida
humana, de cada hombre y cada mujer [...]. La casa común de todos los hombres debe
también edificarse sobre la comprensión de una cierta sacralidad de la
naturaleza creada”. ¡Que nuestro compromiso pueda ser vivido a la luz de estas
palabras y de estas intenciones!
Ciudad
del Vaticano, 29 de junio de 2017
Cardenal
Peter Kodwo Appiah Turkson Prefecto
Fuente:
ACI Prensa