¡De
qué grandes cosas somos capaces las personas cuando actuamos por amor!
“Han
pasado doce años desde que fui violada. Finalmente estoy preparada
para romper mi silencio y contar mi historia”: es Sara Gerardo quien
introduce así el relato del aborto al que se negó en el último momento, un
testimonio que recoge Life Defenders bajo el título Mi violador no arruinó mi vida
ni la de mi hijo:
“Durante
casi un año fui forzada contra mi voluntad y sometida a abusos. Cuando
finalmente conseguí liberarme, estaba embarazada. Todo el mundo me
animó a abortar, y en aquel momento parecía lógico. ¿Quería tener al hijo
de un violador? ¿Y si el niño resultaba ser igual que él? ¿Quería tener
viviendo conmigo al recordatorio diario de mi violación?
Aunque
por motivos de salud me falla la memoria, recuerdo el día en que acudí al
médico, antes de la cita que ya tenía para el aborto. Recuerdo rezar pidiendo
perdón y confiando en estar tomando la decisión correcta. Estaba
dispuesta a seguir adelante hasta que escuché el latido del corazón de mi hijo.
Entonces el especialista en ecografías me dijo: “Su hijo parece estar
perfectamente”.
¡¡Mi
hijo!!
No
dijo “el hijo de mi violador”. Ni “una masa de tejido”. Un corazón latiendo. Un
niño. Mi hijo.
Mi
hijo no era culpable de nada de lo que había hecho mi violador, y no merecía
morir. Matarle no cambiaría nada de lo que
había ocurrido. ¡Él era MI hijo! No podía seguir adelante con el
aborto.
Viví
sin hogar durante algún tiempo, pero conservar a mi hijo fue la mejor decisión
que he tomado en mi vida. Finalmente conseguí un trabajo y comencé a
trabajar para un ascenso, algo que nunca habría hecho sin mi hijo.
Finalmente conseguí un aumento de sueldo. Y soy la primera persona en ambas
ramas de mi familia que consigue una licenciatura.
¡Recuerdo
tan claramente el día en que nació mi hijo, y cómo le tenía en brazos sin
podérmelo creer! ¿Cómo podía alguien ser tan perfecto? ¿Cómo podía yo
amar a alguien tanto y tan absolutamente? Me maravillaba cada parte de
él. Mi maravilloso pequeñín…
Hoy
estoy casada y tengo dos hijos más, y estoy a punto de conseguir
el doctorado. En cuanto a mi hijo, es alguien increíble.
Tiene muy buen corazón. Cuando tenía cinco años, comenzó a recaudar
fondos para obras de caridad, y sus esfuerzos le ganaron el reconocimiento del
actor Patrick Dempsey.
William
es muy brillante, tiene un coeficiente de inteligencia por encima de
120. Ha sido captado por uno de los mejores colegios del país, le subieron
de curso y forma parte del programa de excelencia.
Mi
hijo no se comporta como mi violador. No se parece mucho a él. No es un
recordatorio diario del abuso que padecí. Es MI hijo, mi
tesoro. El día que escuché latir su corazón, me convertí en provida.
¡Sin excepciones!
Traducción
de Carmelo López-Arias
Artículo publicado por Religión en Libertad
Fuente: Aleteia