La homilía sobre Montini que está muy cerca a la santificación
El
obispo Semeraro comentó las memorias de los últimos instantes de Pablo VI
reveladas después de su muerte cuando se leyeron en la congregación general de
los cardenales del 10 de agosto de 1978
El
papa Francisco ha participado en un momento de recogimiento ante la tumba del
beato Pablo VI al cumplirse 39 años de su muerte (6 agosto de 1978) este
domingo, fiesta de la trasfiguración de Jesús, tras una misa en su memoria en
las Grutas Vaticanas.
El
pontífice estuvo acompañado por el obispo de Albano y secretario del Consejo de
cardenales, quien ha presidido la misa matutina en la capilla al lado de la
tumba del beato.
Semeraro
ha presidido la ceremonia porque Pablo VI murió en Castel Gandolfo (diócesis
de Albano), informó el periódico TG monteroni totem.
Al
final de la misa, también papa Francisco llegó hasta la parte más baja de la
Basílica de San Pedro para recordar la memoria del ‘Papa peregrino’, el pastor
de Roma que abrió una nueva etapa en los viajes apostólicos visitando países
lejanos y practicando el ecumenismo conciliar.
“Para
nosotros esta fiesta (de la Transfiguración) es muy sentida también porque nos
recuerda el paso al Cielo del beato Pablo VI, cuyo cuerpo, que luego honraremos,
está depuesto en esta Gruta”, manifestó Semeraro.
“En
una biografía, él es definido como ‘el Papa de la luz’. Su anhelo permanente de
la luz está definitivamente tallada de forma constante en sus pensamientos
incluso antes de morir”, agregó.
Semeraro
comentó las memorias de los últimos instantes de Pablo VI reveladas después de
su muerte cuando se leyeron en la congregación general de los cardenales del 10
de agosto de 1978.
Esa
lectura dejó a atónitos y conmovidos a los cardenales que luego se congregarían
en cónclave, comentó.
“Nunca
antes hasta ese momento había oído un testimonio tan precioso y profundo,
espiritual y carnal al mismo tiempo y es algo que aún hoy, después de cuarenta
años, me emociona”, aseguró el obispo.
“Andad
entre tanto que tenéis luz – escribió citando a Juan (12, 53). Eso, me
gustaría, al final, estar en la luz”, describió.
“Se
parecen, estas palabras, – continuó el obispo de Albano – a la exclamación que
Pedro dirigió a Jesús transfigurado: ‘—Señor, ¡qué bien que estemos aquí!—. En
ellas reconocemos el deseo y la acogida de la amistad con el Señor”, explicó.
El
obispo experto en la vida de Pablo VI, lo describió como un pastor que asumió
el “culto a la amistad”.
“Al
leer sus muchas intervenciones – prosiguió- se nota enseguida como él une la
comunión a la amistad.
La
amistad con Dios, confiable y, sobre todo, que él consideraba y explicaba a la
luz de la ignaciana Suscipe (la oración de San Ignacio que resume el
ofrecer todo sí mismo a Dios); pero también de la amistad humana, que no
repudiaba ilustrando el amicitia de Cicerón.
Esta
amistad, de hecho, a raíz de la 1 Juan, Pablo VI la consideró ‘ejercicio
gradual, como preparación para el amor de Dios”, constató.
Semeraro
comentó la escena evangélica de la trasfiguración en el monte Tabor que en los
discursos de Milán de Pablo VI no tienen precedentes, mientras que en el
pontificado se presentan dos veces en los sermones de Cuaresma.
Esa
escena “Pablo VI se la imagina que trascurre en la oscuridad de la noche de
manera que ‘los tres durmientes son despertados por un destello de deslumbrante
luz’. No es sólo una luz arrolladora, sino también una luz parlante, ya que se
transforma pronto en una audición.
Una
voz, de hecho, la del Padre, que mientras subraya la identidad divina de Jesús
hace hincapié en la necesidad de escucharlo. Existe la Ley con Moisés y existe
la profecía con Elías, comentará san Agustín, pero al que se tiene que escuchar
es a Jesús, porque en él está la voz de la ley y el lenguaje de los profetas”,
concluyó el obispo Semeraro en su homilía sobre Pablo IV y la fiesta de la
trasfiguración de Jesús.
Antes
de la beatificación de Montini, la celebración eucarística – se realizaba en la
parroquia principal de la última morada del papa recordado por su defensa de la
vida y de la familia.
Ahora,
la celebración de la memoria litúrgica (26 de septiembre) se traslada a la
Basílica de San Pedro y continuará a realizarse la misa en el lugar adyacente a
su tumba en la Grutas Vaticanas. Allí participan personas que conocen muy de
cerca el legado del magisterio del Sucesor de Pedro que ha cerrado el Concilio
Vaticano II, abierto, a su vez, por Juan XXIII.
Ary Waldir Ramos
Díaz
Fuente:
Aleteia