Señor prior, no soy
creyente pero querría pasar unos días en el monasterio... escribió en una carta
al prior
"Es
muy peligroso cruzar la puerta, vas hacia el Camino, y si no cuidas tus
pies no sabes hacia donde te arrastrarán", decía Bilbo Bolsón, el
protagonista de El Hobbit. Algo así le pasó a Carlos Gutiérrez Cuartango,
que en 1979, con 19 años, vio un programa de televisión sobre un monasterio
benedictino cisterciense gallego y decidió ir a pasar allí unos días
aunque no era creyente. ¡Ahora él es el prior, desde hace 14 años!
Carlos Gutiérrez explica a Toni Silva, en La Voz de Galicia, que tenía 19 años,
estudiaba medicina, tenía novia y lideraba asambleas estudiantiles cuando llegó
al monasterio de Sobrado (www.monasteriodesobrado.org), considerado la
"perla del barroco gallego", en la provincia de La Coruña.
Lo había visto por la televisión, un día que encendió el aparato y vio a los
reporteros del programa Vivir cada día colando sus cámaras en el
monasterio de Sobrado. Escribió entonces una carta al prior, presentándose como
un joven «no creyente» pero al que le gustaría compartir la experiencia
del monasterio. Lo aceptaron y pasó 20 días entre los monjes. Así Dios
tocó su corazón.
Dos años después dejó la carrera, a su familia y a su novia y volvió al
monasterio para quedarse. Ya lleva 36 años, los 14 últimos como padre prior.
El poder de escuchar y de acoger
Para este religioso, que se convirtió por la acogida en el monasterio,
poder seguir acogiendo es prioritario. "Pretendemos crear un espacio donde
la gente pueda encontrar aquí un oasis para reflexionar, buscarse a sí
mismo, ahondar en su vida religiosa", explica.
"No hacemos proselitismo, solo acogemos y el que quiera hablar con un
monje puede hacerlo. Escuchamos a quien sea, aquí viene gente creyente y no
creyente".
Cuenta que según la regla de San Benito, del siglo VI, "antes, cuando
alguien quería ingresar en el monasterio había que ponerle a prueba con
improperios, humillaciones... y se le provocaba. Hoy en día no, acogemos a
la gente con cariño porque las humillaciones ya vienen solas".
Orar es ponerte en el terreno de Dios
También habla sobre la oración. "La oración no es traer a Dios a tu
terreno, sino ponerte en el terreno de Dios", explica a los que rezan
pidiendo cosas que no ven cumplirse.
"El fin del monje es tener un corazón puro: un corazón despojado de
ideologías, generoso, benevolente..., todo lo contrario de lo que habitualmente
vemos. Pero los frutos de la oración se lo dejamos a Dios, que los utilice
como quiera".
La vida monótona es feliz
Explica además que los horarios estables de la vida de monje ayudan a la
felicidad. "Nuestra vida es monótona, todos los días hacemos lo mismo, el ora
et labora, pero la monotonía nos sirve para tener un corazón festivo. Si hay
que buscar algo externo para pasarlo bien dependo de eso externo. La monotonía
la utilizo como un medio para ahondar en mi propio ser y no depender de las
cosas externas, así la fiesta nace de dentro", afirma.
La comunidad tiene actualmente 20 hermanos. Para ser prior hay que tener al
menos 35 años y llevar 7 de monje. "Yo voy por mi tercera legislatura, que
son de seis años", explica.
Cuando le preguntan por "su proyecto futuro", responde: "Ahí
está el cementerio, yo me enterraré ahí. Llevo 36 años en el monasterio, aquí
he vivido mis ciclos vitales, mis crisis... he pensado en vivir en familia...
Hay un apotegma de los padres del desierto. Le preguntan a un monje: «Maestro,
¿qué es un monje?», y le responde: «Monje es aquel que cada día se
pregunta qué es ser monje». El monje que dice «he llegado», pues fatal, nunca
llegas".
