Fontanería del corazón
Hola,
buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
"¡Qué
raro! En este grifo cada vez sale menos agua...", pensaba mientras me
lavaba los dientes.
Era
una cosa extraña: parecía como si el grifo no estuviera abierto del todo, y,
como acto reflejo, llevaba mi mano a la manivela una y otra vez para intentar
abrirlo más (porque la cosa se hacía complicada con un hilito tan pequeño de
agua), pero el grifo resultaba estar completamente abierto.
Al
final me di cuenta de que quizá el filtro de la boquilla estaba atascado, así
que me lancé a desenroscar el grifo y... ¡efectivamente! Un montón de virutitas
marrones habían taponado casi por completo la salida del agua y estaban
imposibilitando su fluidez normal.
Lo
limpié bien y lo volví a colocar en su sitio. Y, después, abrí el grifo... ¡y
ya está! Se había arreglado.
Aquello
me sonaba demasiado, porque cuántas veces sentimos que por nuestro grifo no
fluye bien la gracia, nos sentimos sin fuerzas, sin amor, no acabamos de
entregarnos... y encima no sabemos ver dónde está el problema. Pues, si sientes
que hay algo en ti que no fluye, es que hay un atasco. Algo te está atascando y
está "haciendo tapón", impidiendo que la Vida fluya con fuerza.
Con
el grifo me di cuenta de que, si no salía bien el agua, lo importante era saber
qué se lo estaba impidiendo. Y nosotros, de la misma manera, no podemos
dejarnos llevar y conformarnos, sino que también necesitamos encontrar qué son
esas virutas, esas circunstancias, esos problemas, que nos han ido atascando.
Y
el Señor, que te ama más de lo que alcanzas a imaginar, no te dejará sin la Luz
que necesitas para desenmascarar ese atasco. Sólo necesitas pedírselo,
entregarle tu grifo atascado y pedirle que sea Él el Maestro que te enseñe de
fontanería del corazón. Para ello, siempre podrás contar con el regalo de las
mediaciones que el Señor quiso para su Iglesia: sacerdotes, acompañamiento
espiritual... que te guiarán hacia la Luz de Cristo en tu vida.
Hoy
el reto del amor es no conformarse con seguir tirando. La vida es un regalo tan
grande que no merece la pena perder ni un día. Si deseas salir de tu muerte,
dile sí a Cristo, vuelve a Él, y toma su mano para emprender juntos este
camino. Sólo podrás volver a entregarte, a amar (y, por tanto, a ser feliz),
cuando por ti fluya con alegría el Amor.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma