Calmada
velocidad
Hola,
buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Ayer
por la tarde estuve en el huerto, terminando de plantar los tomates.
De
pronto, en invernadero me encontré un caracol. La verdad es que me pasé un buen
rato mirándole. Me llamaba la atención lo lentamente que se iba moviendo.
Usando mi reloj, calculé que, para avanzar un metro, necesitaría más o menos
dos horas... sin embargo, no dejaba su objetivo, que en este caso era una
lechuga.
El
animalillo seguía avanzando lentamente. Yo le observaba, pero el caracol no se
fijó ni un segundo en mí: toda su atención estaba en avanzar poco a poco.
Mirándole,
me di cuenta de lo deprisa que vivimos: miles de tareas por hacer, compras,
llegar a tiempo al colegio, tomar un café en la espera de una actividad...
corremos y nos agobiamos por hacer todo lo que queremos, incluso anhelamos que
los días tengan más horas para acabar aquello que tenemos entre manos. Pero...
¡Para!
Ora, piensa....
Al
mirar al caracol, sentía como si quisiera decirme al corazón: "Calma,
calma, despacio se llega lejos, avanzar es lo importante". O, como decía
el filósofo, "no llega antes el que va más rápido, sino el que sabe dónde
va" (Séneca).
Y
es verdad. Ahora, en la oración, escuchando a Jesús en su Palabra, me doy
cuenta de la cantidad de momentos que Él pasaba con las personas, cómo se
sentaba con ellos, les hablaba, les escuchaba. Lo importante para Cristo era
avanzar, no correr.
Hoy
el reto del amor es tener calma, observar a tu alrededor quién necesita tomarse
un café contigo porque su vida va más despacio que la tuya y necesita que estés
a su lado un rato.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma