A
vueltas con la corona
Hola,
buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
Íbamos
a comenzar las Vísperas. En ese momento de silencio que se deja antes de
empezar, sentí un golpecito en la espalda.
-Reina...
-me susurró sor Carmen.
Sor
Carmen no suele emplear ese apelativo... pero, ¡a nadie le amarga un dulce!
Encantada por ese gesto tan amable, me volví luciendo la mejor de mis sonrisas.
-Reina...
-volvió a musitar sor Carmen.
No
dijo nada más. Lo peor es que en sus ojos podía leerse que aquella palabra
debía decirme algo... y yo, por más que me estrujaba los sesos, no entendía nada.
¿Qué rayos se suponía que...?
-¡¡Reina
del cielo, alégrate, aleluya!! -exclamé casi en un grito.
¡Se
me había olvidado que esta semana me toca a mí empezar el rezo con el Regina
Coeli! Sor Carmen quiso darme un chivatazo, pero yo me puse alegremente la
corona. ¡Casi no pude acabar la oración por la risa!
Después
me di cuenta de cómo una palabra puede cambiarnos totalmente, ¡hasta ponernos
una sonrisa! ¿Y si esa palabra la pronunciase el Señor?
Sí,
en el bautismo fuiste ungido como "rey, profeta y sacerdote". ¡El
Señor mismo te ha puesto una corona! Y san Pablo dice que somos "herederos
del Reino de los Cielos"...
Es
fácil olvidarse de estas verdades... ¡pero es para asombrarse! Hasta san Juan
alucina al pensar en ello: «Mirad qué amor nos ha tenido el Padre para
llamarnos hijos de Dios, ¡pues lo somos!»
Hoy
el reto del amor es repartir coronas. Para ello, deja que primero Cristo te
coloque la tuya. Te invito a que, en tu oración, saborees el hecho de ser
coheredero con Cristo... ¡hijo muy amado de Dios! Notarás que llevas puesta tu
corona... ¡si luces tu mejor sonrisa! Y, a lo largo del día, dirige una palabra
amable a tres personas. Haz que se sientan queridas y valoradas. Sabrás que le
has puesto su corona... ¡cuando veas brillar su sonrisa! ¡Feliz día!
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma