La Comisión que investiga
el caso confirma lo que ya se sabía en 2014
Las informaciones de 2014 que señalaban la existencia de un
enterramiento de alrededor de 800 cadávederes de bebés en la antigua Mother
and Baby Home de Tuam (Galway, Irlanda) han sido confirmadas el viernes 3
de marzo por una comisión de investigación nacional, la Mother and Baby
Homes Commission of Investigation: se ha descubierto una estructura subterránea
en el recinto de la antigua casa de acogida para madres solteras, con los
restos de 796 bebés de edades comprendidas entre las 35 semanas y los 3 años de
edad.
Se
trata de una noticia que dio ya la vuelta al mundo en 2014, cuando la
historiadora local Catherine Corless documentó la existencia de estos
bebés fallecidos. Ya entonces, la noticia provocó gran polémica, pues la prensa
internacional se hizo eco del caso pintándolo como bebés “hijos del pecado”
dejados morir sin atención por religiosas católicas y arrojados a una fosa
común. La distorsión llegó a tal extremo que la propia agencia Associated
Press, que sacó in primis el caso, tuvo que pedir disculpas.
No era una fosa común
La
primera acusación lanzada contra las religiosas es la de que arrojaban a los
bebés muertos a una fosa común. Sin embargo, la historiadora Catherine Corless
ya desmintió personalmente al Irish Times hace dos años esas palabras
supuestamente utilizadas por ella: “Nunca usé la palabra ‘arrojados’, nunca dije
a nadie que fueron arrojados a una fosa séptica. No son mis palabras”.
¿Qué
diferencia hay? En una fosa común, los cuerpos sin identificar son arrojados a
un agujero, sin ningún respeto por su dignidad. En el caso del instituto
irlandés, todos los bebés, enterrados en un subterráneo con unas 20 cámaras y
no en una fosa, tienen un certificado de muerte realizado por las
religiosas en el que consta su nombre, edad, lugar de nacimiento y causa de la
muerte. Fue de este registro de donde Corless dedujo la existencia del
enterramiento, antes de que éste fuese hallado.
Otra de las acusaciones lanzadas contra las religiosas
es la de que aquellos “hijos del pecado” eran dejados morir y se les negaba el
bautismo por considerarles “indignos”. El registro en cambio muestra que muchos
fueron bautizados.
Según
explicaba en 2014 el profesor Finbar McCormick, profesor de Arqueología y
Paleontología de la Universidad Queens de Belfast, es impropio llamar a estos enterramientos “fosas comunes”:
según el experto, en una época (primera mitad del siglo XX) en la que la
mortalidad infantil era muy alta, este tipo de enterramientos (cámaras
subterráneas dentro del recinto hospitalario) era muy corriente en los
hospitales gubernamentales en todo el país, y aún lo es en algunos países de
Europa.
No morían de hambre
La
investigación llevada a cabo también ha desmontado el mito de la
desnutrición: la Mother and baby homes commission of investigation ha concluido que sólo 10 niños (el 1%) en
casi 40 años murieron por esta razón. La mayor parte de los registros
reportan problemas vinculados al parto, problemas respiratorios,
tuberculosis, gripe, epilepsia y meningitis.
Sí
que es cierto que la tasa de mortalidad en la Home de Tuam era casi el doble
que la media de todo el país. No obstante, cabe señalar que, en conjunto, la
mortalidad infantil en Irlanda fue muy alta (el 17%) hasta los años 70, y que
en las zonas deprimidas de Dublín, por ejemplo, entre los huérfanos y los niños
de familias pobres, las tasas de mortalidad antes del primer año, eran 10 veces
mayores que la media nacional, según explicaba la ex dirigente sanitaria irlandesa, Jacky
Jones, cuando se descubrió el enterramiento de Tuam.
¿Niños y mujeres
maltratados?
En 2012,
la responsable de las investigaciones, Caterina Corless, había recogido varias
fuentes periodísticas que hablaban de la Mother and Baby House de
Tuam, y lo publicado entonces, en los años 50, no tiene trazas de ser la
sórdida historia que los medios de comunicación intentan mostrar.
Por
ejemplo, el viajero Halliday Sutherland, según Corless, “describe el
instituto como un edificio de dos plantas, en un terreno en
propiedad”. Sutherland (testigo ocular) escribía así en su libro Irish
Journey: “El edificio está bien mantenido, fresco y limpio. La Casa
está gestionada por las Monjas del Bon Secours de París, y la
reverenda Madre me mostró el interior. Cada una de las monjas es enfermera
profesional y matrona. Algunas son expertas en enfermería infantil”.
“Una
chica soltera puede venir aquí para tener a su niño. Si está de acuerdo, puede
permanecer en la casa por un año, asistiendo a su bebé junto a las monjas, las
cuales no reciben retribución por su trabajo. Al terminar el año puede irse,
puede llevarse el niño consigo o bien dejarlo en la Casa, con el fin de que sea
adoptado. Las monjas mantienen al niño hasta los siete años de edad, cuando se
le envía a una escuela industrial” (Sutherland Halliday, Irish
Journey, Wyman & Sons Ltd, Fakenham, UK 1956).
En
un artículo de octubre de 1953 del periódico local The Tuam Herald,
se critican los métodos de adopción de las monjas, que no “seleccionan bien” a
las familias adoptantes. En otro artículo de 1949 se habla de una inspección
sanitaria del centro llevada a cabo por las autoridades locales, con resultados
satisfactorios.
Madres solteras y estigma
social
Lo
que está fuera de toda duda es el estigma social que ha pesado históricamente
sobre las madres solteras en la sociedad occidental. En España, por ejemplo, es
también muy famoso el caso de adopciones irregulares supuestamente llevadas
a cabo por ciertos institutos religiosos que acogían a estas jóvenes.
Pero este trato no era privativo de los países católicos. En la Suecia
laica de hace 60 años, por ejemplo, las madres solteras podían ser obligadas a
abortar o incluso esterilizadas.
Rechazadas
por sus familias, la alternativa para estas mujeres en la dura época de la
posguerra, eran este tipo de instituciones, muchas veces escasas de recursos y
sobrepobladas, según testimonios de la época, o… la calle.
Lo
que sí que es cierto es que la Iglesia católica, de hecho, compartía el
mecanismo de estigmatización social de las madres solteras, como reconoció la Conferencia Episcopal irlandesa en un
comunicado de 2014: “por desgracia, en ese tiempo las madres solteras
eran a menudo juzgadas, estigmatizadas y rechazadas por la sociedad, y también
lo hizo la Iglesia”.
Así
lo reconocía el pasado domingo el arzobispo de Tuam, Michael Neary, en
su homilía: “sólo podemos imaginar el desgarro de estas madres que se veían
privadas de sus hijos para darlos en adopción, o que eran testigos de su
muerte. Algunas de estas jóvenes, en su difícil situación, habían sido
rechazadas por sus familias. No podemos siquiera imaginar lo que sentirían. No
podemos llegar a imaginar su sentimiento de impotencia frente a la muerte de
sus hijos”.
La
Iglesia católica, como otras instituciones sociales de la época, participó en
el mecanismo de exclusión y estigmatización de las madres solteras, y no
debería haberlo hecho. Esta sí es su gran responsabilidad. Muy oportunas al
respecto las palabras del Papa Francisco sobre las madres solteras en el Encuentro de las Familias en Filadelfia.
Basado
en un artículo de UCCROnline
INMA ALVAREZ
Fuente:
Aleteia