Quien se basa en el amor
está en mucho mejores condiciones para hacer o construir algo positivo que
quien se basa en el odio
Comparar
significar examinar dos o más realidades o cosas para apreciar sus semejanzas o
diferencias, Conviene por ello que las cosas que se comparan tengan una cierta
homogeneidad para no incurrir en errores. Así podemos comparar dos doctrinas o
dos hechos, pero no hemos de comparar una doctrina con unos hechos.
Por ello, cuando en los tres evangelios sinópticos (Mt 22, 34-40; Mc 12, 28-34;
Lc 10, 25-28) se le pregunta a Jesús sobre cuál es el mandamiento más
importante, Jesús responde con el mandamiento del amor. Es decir,el
cristianismo se basa en el mandamiento del amor a Dios, al prójimo y a nosotros
mismos. En cambio, en las ideologías actuales, el marxismo se basa en la lucha
de clases y la ideología de género en la lucha de sexos, es decir, en el odio.
Sinceramente me parece que quien se basa en el amor está en mucho mejores
condiciones para hacer o construir algo positivo que quien se basa en el odio.
Y si vamos a los hechos, creo que aquí hay que distinguir entre los hechos
positivos y los negativos, En lo negativo es indudable que todos somos
pecadores y que hay páginas en las instituciones, incluso más queridas, como
puede ser la religión católica, que ciertamente nos avergüenzan. Es indudable
que las páginas más negras de la Iglesia católica se llaman Inquisición y
Cruzadas, aunque no hemos de olvidar que las Cruzadas tuvieron mucho de
guerra defensiva, pues mientras se combatió por Jerusalén no hubo que combatir
por Viena; y en cuanto a la Inquisición, fue menos dura en general que los
tribunales civiles de la época, como muestra el asunto de la brujería. Y aunque
una sola víctima inocente es demasiado, hablamos de unos miles de víctimas.
En cambio la ideología marxista, en sólo siglo y medio, tiene en su debe más de
cien millones de víctimas, y eso sin olvidar que su fracaso económico ha sido
estruendoso. Eso sí, son geniales, no para luchar contra la pobreza, sino
fabricando pobres.
Y sobre la ideología de género, ¿qué decir? También tiene, entre el
aborto y la eutanasia, unos cuantos millones de crímenes de la que es
responsable, además de su absoluta falta de sentido común. El oponerse a que un
homosexual pueda, en uso de su legítima libertad, intentar llegar a la
heterosexualidad, me parece que junta la maldad con la estupidez. El rasgarse
las vestiduras y considerar homófobo a un autobús por afirmar que los niños
tienen pene y las niñas vulva, es intentar negar lo evidente. De hecho acaba de
suceder un caso en el mundo del deporte que creo va a ser el principio del fin
de la ideología de género. En Nueva Zelanda un hombre se presentó a un certamen
de halterofilia con resultados mediocres y entonces se presentó al certamen
femenino y como allí se acepta la ideología de género, y si uno dice que es
mujer, es mujer y punto, pues barrió. Cuando se den treinta o cuarenta casos
como éste, las mujeres, hartas de que les roben sus medallas, tendrán que plantarse
y decir que el varón es varón y la mujer, mujer, y si alguien pretende otra
cosa, que lo pruebe, que su palabra no basta.
En cuanto a lo positivo, ahí la Iglesia católica gana por goleada. Ninguna
ideología ni institución tiene ni de lejos las obras de ayuda al necesitado que
tiene la Iglesia. En un debate uno de los asistentes acusó a la Iglesia de que
no hacía nada por los pobres. Le contesté: “Cíteme Vd., o cualquiera del
público, una institución que haga más por los pobres que la Iglesia católica”.
La respuesta fue, evidentemente, el silencio. Recuerdo también que, cuando tras
la Segunda Guerra Mundial los socialistas alemanes llegaron al poder, se
plantearon si encargarse ellos, es decir el Estado, de las obras de
beneficencia. Rápidamente llegaron a un acuerdo: “El Estado alemán no tiene
dinero para hacer lo que con muchos menos medios hacen las Iglesias”.
Por:
Pedro Trevijano
Fuente: Religión en
Libertad