LENTES DE UN DÓLAR: TECNOLOGÍA SOLIDARIA PARA LOS MÁS NECESITADOS

El inventor: “Siempre me ha parecido inadmisible que llevemos un estilo de vida tan opulento, mientras que a unas cuantas horas de distancia hay gente que se muere de hambre"

Martin Aufmuth, un físico alemán, de niño quería ser un gran inventor, pero pensaba que ya todo estaba inventado. Al crecer se dio cuenta indignado de cuanta injusticia había en el mundo. “Siempre me ha parecido inadmisible que llevemos un estilo de vida tan opulento, mientras que a unas cuantas horas de distancia hay gente que se muere de hambre o de enfermedades que se curan fácilmente”.

Movido por este ansia de poner un granito de arena para solucionar un poco el hambre en el mundo, entró en una asociación, donde recaudó millones de dólares para este fin. Pero se daba cuenta que de esa manera no hacía nada concreto por la dignidad de las personas, sólo se les daba dinero. 

Luego se dio cuenta, durante una visita a África, que mucha gente no podía trabajar, y que muchos niños no podían ir a la escuela, por tener problemas de visión. De vuelta a su país, descubrió un negocio de esos que venden “todo por un euro” que también vendían anteojos a ese precio. Ae preguntó cómo podía hacer para que las personas con menos recursos puedan al menos tener estos lentes a ese precio.

Entonces, comenzó a investigar posibles materiales y formas de ensamblaje. Tres años después, conseguía probar los primeros prototipos en África. De allí surge el proyecto “OneDollarGlasses”, con un doble objetivo, porque no pretende solucionar sólo el problema de visión de millones de personas, sino también proporcionar formación para que cualquiera pueda elaborar los lentes.

El diseño de Martin para fabricar los lentes es realmente increíble: todo el material necesario cabe en una caja de 30 x 30 x30 cm, pensada para llegar hasta los más remotos lugares. Cada caja contiene 25 tipos diferentes de lentes prefabricadas, que varían entre las -6 y las +6 dioptrías, y están hechas de policarbonato, una material mucho más resistente que el vidrio que habitualmente se emplea para su fabricación.

Estas lentes son muy ligeras y se ensamblan fácilmente en una ligera montura de alambre de acero. Lo importante es que esta herramienta permite componer y preparar unos lentes listos para su uso en apenas media hora, y sin electricidad, de ese modo puede llegar a zonas remotas y muy pobres.

Aunque el costo para realizarlos es bastante reducido, se necesitan unos 2.400 euros para obtener 500 lentes; un importe que, por el momento, OneDollarGlassess está cubriendo a través de donaciones.

El proyecto ha llegado por primera vez a Ruanda. “Cuando vi al primer aldeano ponerse los lentes nuevos y sonreír encantado al pagar, me dio mucha fuerza interior”, recuerda Martin.

Hasta hoy su equipo ha vendido decenas de miles de anteojos, y eso significa que muchos niños ahora pueden ir a la escuela, que muchas costureras pudieron reanudar sus trabajos y muchos conductores volvieron al volante y sin darse cuenta cumplió su sueño de niño, creo una invención y a la vez su sueño de juventud darle dignidad a los más desfavorecidos.

MARIA PAOLA DAUD

Fuente: Aleteia