¡Cuidado!
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
¿Quién
no tiene un traspiés de vez en cuando? Ayer me tocó presenciar dos, de dos
hermanas distintas, y, ¿sabes qué nos salió decir a las que estábamos alrededor
después del tropezón?
-¡Cuidado!
La
primera vez no me llamó la atención, pero, la segunda, me quedé pensando sobre
ello... ¿Por qué después de un tropezón decimos "cuidado"? ¡Si el
tropezón ya ha pasado! La persona a la que se lo decimos está con el susto, con
el corazón a mil... ¿y le decimos "cuidado"?
Así
nos pasa muchas veces con las personas que nos rodean y que, por una cosa u
otra, tropiezan en la vida o en el día a día. Después de la caída les decimos
todos los "cuidados" que tienen que tener para que no vuelvan a
tropezar: cuidado con la gente con la que te juntas, cuidado con las personas
en que confías, cuidado...
El
juicio es lo primero que nos sale cuando vemos a alguien herido. Sabemos qué
podría haber hecho o dejado de hacer, pero no llegamos a lo más profundo de su
ser.
Miro
a Cristo y es curioso, porque lo primero que hace es curar las heridas,
vendarlas, darnos la mano, restaurarnos... y ya, cuando ve que podemos caminar,
que volvemos a emprender el camino, nos dice lo que tenemos o no tenemos que
hacer para que nuestro corazón no sufra más. «"Mujer, ¿dónde están? ¿Nadie
te ha condenado?" Ella respondió: "Nadie, Señor." Jesús le dijo:
"Tampoco yo te condeno. Vete, y en adelante no peques más."»
"¿Qué
te duele?", "¿Cómo te sientes?", "Te quiero igual",
"Voy a estar a tu lado", el abrazo oportuno, permanecer, escuchar...
palabras y gestos de aliento que se necesitan tras un tropezón y que a menudo
nos saltamos.
Hoy
el reto del amor es que tengas un gesto de cariño hacia alguien que haya tenido
un "tropezón". Un gesto con el que se sienta querido y aceptado.
Pídele a Cristo el don de mirar como Él mira.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma