No caigas en la trampa
Hola,
buenos días, hoy Joane nos lleva al Señor. Que pases un feliz día.
En
la capilla, en el momento de comulgar, todas vamos hacia el altar en fila,
recibimos al Señor, y volvemos por el lado contrario. Casi todos los días,
repentinamente, en ese momento, se oye un sonido por toda la capilla como si
alguien estuviese enredando con el cable del micrófono.
Y
así, un día tras otro. ¡Pero si justo en ese momento nadie está tocando los
micrófonos!
Finalmente
descubrimos de qué se trataba: el suelo es de tarima, y una de las láminas está
ligeramente levantada (casi inapreciable a la vista); por debajo están los
cables de la megafonía y, cada vez que alguien pisa encima... se oye por todas
partes.
Una
vez descubierto el motivo del sonido, procuramos evitarlo. Intentamos tener
cuidado, pero ayer una monja se despistó, pisó en la zona, se oyó el sonido que
le acompaña... y todas las que quedaban en la fila empezaron a dar una larga
zancada para no caer en la "trampa". ¿Te imaginas la escena?
Muchas
veces nos pasa lo mismo. Sabemos dónde está el peligro, qué situaciones van a
hacer que caigamos en la "trampa": que nos dejemos llevar por el mal
genio, que demos demasiadas vueltas a las cosas hasta perder la alegría y la
confianza, que salga una mala contestación de nosotros, que el trabajo se quede
a medias, que volvamos a caer en aquello que tanto daño ya nos hizo una vez.
Verás delante de ti la "trampa", aquello que sabes que te va a quitar
la paz al corazón.
Puedes
elegir dar una zancada y no caer en ella; y si caes porque vas despistado, dar
la mano a Cristo, dejar que te levante antes de que llegue la tristeza, no te
quedes en ella. Cristo está a tu lado para sacarte, para levantarte de todos
los agujeros en los que caigas, sólo tienes que dejarte y estar dispuesto a
reírte del despiste, de tu humanidad.
Hoy
el reto de amor es que des una zancada cuando veas una trampa, cuando veas
aquello que va a quitar la paz a tu corazón y, si estás en ella, deja que
Cristo te saque cuanto antes, con Él puedes volver sonreír.
VIVE
DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma