Flor de pascua
Hola, buenos días, hoy Israel nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
Estamos en la época de las flores de Pascua, y nos han
regalado unas preciosas. Siempre me ha gustado muchísimo esta flor, pero nunca
me había detenido a observarla.
En realidad no es una flor, sino una planta, un
arbusto. Las hojas nuevas nacen en lo más alto de los tallos, llenas de color
(rojo, normalmente, o blancas), y crean la sensación de que la planta está
llena de enormes y preciosas flores.
Las pequeñas hojas nuevas, tan coloridas, dan ese
toque único a la planta, pero, a medida que van creciendo, se van transformando
en hojas verdes, y dejan paso a las nuevas hojas que continúan brotando hacia
arriba.
Y, ¿qué es en lo que todos nos fijamos al mirar esta
planta? Evidentemente, en las hojas que tienen color. Luego, lo que hace que
esta planta sea colorida, tenga vida, lo que hace que todos sepamos diferenciar
qué planta es, son sus hojas más pequeñas, más jóvenes.
Qué moraleja, porque, en realidad, la vida misma es
así: donde hay niños pequeños o jóvenes hay vida, hay esperanza.
E incluso dentro de cada uno de nosotros, nuestras
pequeñeces, nuestras pobrezas, lo que nos hace sentir más pequeños es donde más
podemos encontrarnos Vida, porque es ahí donde el Señor acude a volcar sus
cuidados para con nosotros. Es ahí donde pone sus ojos el Señor al mirarnos.
Unas veces será una pobreza y, cuando parece que el
Señor ya la ha sanado, de pronto aparecen otras nuevas, como un brote nuevo de
esta flor. Es ahí donde más necesitamos sentirnos cuidados y amados, es el
toque de color para nuestra vida.
El Señor nos lo dejó por escrito, es Su Palabra. Y lo
podemos leer para creérnoslo: Él se fijaba en los pequeños, en los pobres o en
los ricos, pero mirando su pobreza más honda. Él siempre es palabra de aliento
para el cansado, médico para el enfermo, hermano para el desheredado.
Le necesitamos, y todo gracias a nuestra pobreza, que
está reclamando de un Buen Jardinero que mantenga siempre joven su belleza.
Hoy el reto del Amor es regalar una flor de Pascua a
esa persona que tantas veces te ha mostrado cómo te ama el Señor. Y, cuando
estés entregando el regalo, ve haciendo una acción de gracias al Señor por
todas las veces que te has sentido amado en lo más pobre de ti.
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma