Saludos y estornudos
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
Nos gusta vivir en comunidad. Tanto, que una hermana
se pilló gripe y nos pareció muy feo que lo viviese sola... ¡nos hemos contagiado
todas!
A una de las mayores le ha cogido con fuerza. Ayer,
antes de Vísperas, vi que tenía mala cara. Desde el coro de enfrente le hice un
gesto, preguntándole que qué tal. Ella me respondió con un elocuente pulgar
hacia abajo...
Parecía que ahí quedaba todo, pero, un instante
después, ella volvió a hacer gestos, esta vez para preguntarme con una sonrisa
que qué tal me encontraba yo.
Me pasé todas las Vísperas dando gracias al Señor.
Esta hermana se sintió querida en el hecho de que me interesase por ella, y,
aunque se encontraba mal, ¡me respondió con el mismo gesto! Alguien dijo
"pon amor, y sacarás amor"...
¡Qué fácil resulta responder con una sonrisa al que te
sonríe! La respuesta al amor, casi sin pensarlo, es el amor. Pero, ¿cómo
sonreír a quien tiene mala cara, y no precisamente por enfermedad? ¿Quién dará
el primer paso? ¿Quién puede iniciar esta cadena de respuestas de amor?
Sí, hay alguien dispuesto a arriesgar, a amar en
primer lugar, aún sabiendo que es posible que no llegue la respuesta. Esa
persona es Cristo.
Él ha muerto y ha resucitado por ti. Cuando éramos
enemigos, Él salió a buscarnos para darnos todo su amor. Y Él sigue vivo, cada
día continúa dando el primer paso. Su amor es tan grande y tan loco que, aunque
no reciba respuesta, no se cansa de volver una y otra vez. Y es un amor tan
inmenso que, quien le deja entrar en su corazón, ¡se desborda en amor hacia
todos!
Hoy el reto del amor es que tu día sea una respuesta
de amor. Para ello, te invito a llenarte del amor de Cristo. Hoy es el segundo
Domingo de Adviento. ¡Cristo se acerca a ti!, Él ya te está esperando en la
Eucaristía, para decirte lo valioso e importante que eres. Empápate de su amor,
¡y será lo que trasmitirás! Hoy te invito a saludar sonriendo a las personas
con las que pasarás el día. ¡Feliz domingo!
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma
