Resurge
el proyecto de una limpieza étnica que quiere eliminar a la minoría cristiana
del país. En momentos de debilidad de Al Sisi, un atentado como este, sirve
para cuestionar su liderazgo
¿Por qué ahora, cuando parece que Egipto ha encontrado un
equilibrio, se ha producido este sangriento atentado contra la catedral copta
en el Cairo?
Para el periodista español Fernando de Haro, autor del documental Walking Next to the wall y del libro Coptos (Ediciones Encuentro, 2015), resurge “el proyecto de una limpieza étnica que quiere eliminar a la minoría cristiana del país.
En momentos de debilidad de Al Sisi, un atentado como este, sirve para cuestionar su liderazgo”.
El atentado ha sido aún más sangriento
que el de Alquidisim, en Alejandría, en la Navidad de 2011. Fue aquel atentado
de hace seis años, nunca esclarecido, el que provocó en gran medida la caída de
Mubarak.
La Catedral de San Marcos está protegida
desde hace años por estrictas medidas de seguridad. A los controles del
ejército se añaden los de los propios coptos ortodoxos que no permiten acceder
a las celebraciones a nadie que no enseñe la cruz que todos los fieles llevan
tatuada.
Los monasterios coptos de
Egipto, fruto de la predicación de san Marcos
La Catedral es en realidad un amplio
complejo. Frente a la iglesia principal, en uno de los laterales, se encuentra
la capilla de San Pedro y San Pablo, residencia del Patriarca, que es la que ha
sido golpeada.
La
masacre seguramente hubiera sido mayor si la explosión hubiese tenido lugar
algunas horas después. Es habitual que después de la misa del
domingo en la Catedral, las familias se reúnan en un pequeño jardín cercano
para almorzar en un restaurante popular que regenta los propios coptos.
¿Por
qué los coptos, la mayoría cristiana más significativa y más numerosa de
Oriente Próximo, vuelven a ser golpeados?
Los seis últimos años han sido
especialmente difíciles para los hijos de San Marcos. Mubarak siempre
restringió severamente su libertad. Cuando se quiso desestabilizar al rais se
les golpeó.
Las
primeras semanas de la primavera egipcia de 2011, cuando la plaza de Tharir
estaba tomada por la revolución, fueron unas semanas de esperanza. El Corán y la cruz volvían a levantarse
juntos, como en los tiempos del Wafd, como a principio de siglo XX cuando se
luchó por la independencia.
¿Quiénes
son los cristianos coptos y por qué 21 de ellos fueron degollados cobardemente?
Pero los Hermanos Musulmanes pronto
robaron la revolución. En el breve período de tiempo en el que Morsi y el
islamismo estuvieron en el poder (un año escaso) la persecución se recrudeció.
Y cuando en 2013 el pueblo echó a Morsi del poder, los coptos se convirtieron
en objetivo del islamismo y de los Hermanos Musulmanes.
No hay
nada más fácil para desestabilizar la presidencia de Al Sisi que atacar a algún
cristiano o alguna iglesia. Solo en agosto de 2013, tras la salida de
Morsi, fueron atacadas 200 propiedades cristianas.
¿A
quién le molesta esta relativa libertad de los coptos bajo Al Sisi?
Desde su llegada al poder se ha producido
un ataque al mes. La masacre de este domingo es un salto en la escalada que se
viene produciendo desde hace un tiempo. Se suceden los incidentes de acoso y
ataques, aparentemente espontaneo. Resurge
el proyecto de una limpieza étnica que quiere eliminar a la minoría cristiana
del país. Y en momentos de debilidad de Al Sisi, un atentado como este, sirve
para cuestionar su liderazgo.
¿Cuál
es la situación actual de los coptos?
La
presidencia del general Al Sisi, está siendo, con todas sus limitaciones, buena
para los coptos.Personalmente
les mostró su apoyo la pasada Navidad. La Constitución de 2014, reconoce como
nunca los derechos civiles y la libertad de los cristianos. Se hace mención a
María, al patrimonio de los coptos, se tutela la libertad religiosa, se les
reserva una cuota de representación política para los coptos en los consejos
locales y en el Parlamento.
Durante 2016 se ha aprobado una ley que
regula un asunto pendiente desde hace décadas: la autorización para construir
iglesias. Hasta el momento seguía vigente un decreto otomano de 1856 que exigía
la autorización presidencial. Lo que en la práctica suponía una
discrecionalidad absoluta. La nueva norma no es la panacea pero puede servir
para desbloquear la situación: sigue siendo necesaria la autorización, pero
ahora es del gobernador local.
Amnistía internacional denuncia: los cristianos son
“los chivos expiatorios” en Egipto