La manera en que saludas
Hola, buenos días, hoy Lety nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
Llevo una temporada en que, cada vez que me llama
Natalia por teléfono, al descolgar y decir "¡¡¡Hola, buenas!!!", por
mi tono de voz, me nota cómo estoy. Inmediatamente me dice: "¿Te ha pasado
algo? ¿Estás bien?", o "¡Cuánta vitalidad tienes hoy, qué alegría tan
desbordante!", o "Qué seca estás, ¿hay algo que te preocupa?"...
Cada día, según mi saludo, ella inmediatamente me descubre
cómo estoy. Esto me ha empezado a llamar la atención y me ha llevado a orar
sobre lo importante que es nuestra manera de saludar: parece una pequeña
cuestión sin importancia y, en cambio, es muy relevante.
La manera en que saludas a una persona dice mucho de
cómo amas a esa persona. Cuando te levantas por la mañana, la manera de dar los
buenos días en casa con la persona que te cruzas, la expresión, tu cara, la
manera en que hablas... de ese saludo con amor puede girar todo tu día y del
que tienes junto a ti. Cuando comunicamos a alguien la felicidad que nos causa
el verle, en el otro crece la autoestima.
Jesús nos dice que tratemos con amor y misericordia a
nuestros enemigos. Posiblemente hoy te encontrarás con alguien que no te agrada
demasiado, pero seguro que, por educación, le saludarás. ¿Y la persona que
amas? ¿No se merece que le trates igual o diez veces mejor?
Muchas veces, con los más cercanos tenemos un trato
muy duro, de poco amor y misericordia. Recuerda la parábola del hijo pródigo:
el padre le saludó con un abrazo. ¿Cómo crees que se sintió al recibir el
abrazo de su padre y escuchar su voz llena de profunda alegría? Sin duda que se
sintió amado y agradecido.
Hoy el reto del amor es saludar desde el amor con una
simple palabra, un gesto de cariño o tu tono de voz. Hoy, en tus saludos, cuida
que sean cálidos y con entusiasmo: el Señor te da la oportunidad de tocar el
corazón del otro. Recuerda, el amor es una decisión. Así que decide cambiar tu
forma de saludar. Elige amar.
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma