Las manos de Cristo
Hola, buenos días, hoy Verónica nos lleva al Señor.
Que pases un feliz día.
Llevo unos días dando vueltas a un libro que me estoy
leyendo que cuenta el testimonio de una monja. En él hay un capítulo en el que
habla de los sacerdotes. Ella habla del amor que tiene a los sacerdotes, de lo
importantes que son para la Iglesia. Días después, en clase salió el tema de
los sacramentos y cómo sin los sacerdotes no los tendríamos. Recordé la vez que
besé las manos de uno en su ordenación y no entendía ese gesto. Aparecía el
tema de los sacerdotes por todas partes.
Empecé a pensar en las veces que me he encontrado con
sacerdotes, y le pedía al Señor poder verle realmente en ellos, ver que son los
que me acercan a Cristo al altar para que yo pueda comer de Él.
Sinceramente, hay muchas veces que los sacerdotes te
dicen cosas que no te gustan ni un pelo, te hieren. O en tu niñez te
encontraste con uno que era un poco más serio, o el aburrido de las
catequesis... Tenemos muchas visiones de los sacerdotes, y algunas no muy
buenas que digamos.
Pero todos ellos tienen el sacerdocio de Cristo. Sus
manos están bendecidas, en la Eucaristía sus manos son las mismas que las de
Cristo en la Última Cena. Cuántas veces te han dado una palabra de aliento en
el momento oportuno, cuántas veces te han sacado de tus dudas gracias a su
sabiduría, cuántas veces has sentido el abrazo de un padre que te da la
bienvenida a la Iglesia de nuevo, cuántas veces te has sentido amado sin ser
juzgado por ellos...
Hoy te invito a que pienses en los sacerdotes, que
saltes las limitaciones humanas que tienen: que si sus homilías son un rollo,
que si siempre me dice lo mismo en la confesión... y le pidas al Señor poder
verle en ellos, porque, cuando bautizan, es Cristo quien bautiza; cuando
confiesan, es Cristo mismo quien te da el abrazo; cuando celebran la
Eucaristía, es Cristo mismo quien entrega su Cuerpo y su Sangre.
Hoy el reto del amor es que ores por los sacerdotes y
le pidas al Señor el amor y la sensibilidad para ser consciente de que sin
ellos no le tendríamos a Él. Te aseguro que cambiará tu forma de verles.
VIVE DE CRISTO
Fuente:
Dominicas de Lerma