Monseñor Osoro, antes de su creación como cardenal, explica que esta misión
supone “ser pastor que cuida a los demás y se olvida de sí”
Intensificar más la oración y sobre todo
situarse ante el Señor viendo lo que en estos momentos le pide a través del
Santo Padre y qué disponibilidad interior tiene para acceder con pasión y
también con alegría. Así es como se ha preparado el arzobispo de Madrid, Carlos
Osoro, para el consistorio de este sábado, donde será creado cardenal por el
papa Francisco.
Hace apenas un mes que el Pontífice
anunció quiénes serían los próximos cardenales. Y durante estas semanas,
monseñor Osoro se ha preguntado mucho lo mismo Jesús le preguntó a los hijos de
Zebedeo: ¿podéis beber el calidad que yo he de beber? Y contestaron que sí. Yo
–explica el neo cardenal a ZENIT– he querido decirle al Señor que si Él
me pide la vida, yo estaría dispuesto a darla.
El ser nombrado cardenal, asegura el
arzobispo de Madrid, supone un “agradecimiento sincero a Dios” y “al Santo
Padre por haberme llamado a esta misión junto a él”. Pero supone también “un
pedirme más coherencia en mi vida y mi ministerio”. Es decir, “ser de verdad
pastor que cuida a los demás, que se olvida de sí y que para él lo más
importante son los demás”. Y con ese “los demás” se refiere a todos: los que
están “dentro de la vida de la Iglesia”, los que “no han conocido al Señor”,
los que “le han conocido y le han rechazado”.
Respecto a los desafíos que ahora mismo
se le plantean, señala los que indicó el Papa en Evangelii Gaudium. “Llevar la
alegría del Evangelio porque no llevamos algo triste, llevamos una alegría que
nace del encuentro con el Señor, con un Dios que ama y rehabilita
permanentemente al ser humano”, explica el arzobispo.
En esta misión, el futuro cardenal
asegura que encuentra fuerzas en “la gracia de Dios” porque “sin Él no podría
hacer nada”. Al respecto, asegura que siempre le ha pasado en su vida que “cuando
el Señor me ha ido pidiendo las cosas”, también “el Señor me ha dado lo que
necesitaba en cada momento cuando de verdad estaba abierto”. También ha habido
momentos –asegura– en los que ha tenido cerrazón y en esos momentos ha sentido
que vivía desde mí mismo. “Y vivir desde mí mismo es malo para mí, porque no me
da horizontes, pero también repercute en los demás, porque no les doy nada”,
señala monseñor Osoro.
Sin embargo, “cuando he estado abierto a
la gracia del Señor he sido capaz de muchas cosas y así me sitúo en este
momento de mi vida”. Por eso se siente confiado en que “Él me va a dar lo
que necesite en este momento para ayudar en lo que me pida el Santo Padre y
para seguir trabajando en la archidiócesis de Madrid”, precisa.
Sobre cómo vivir esta etapa, el arzobispo
de Madrid, recuerda lo que les pidió el Papa en la carta que envió a los nuevos
cardenales: “agradecer a la gente y a Dios” y “no entrar en la mundanidad”. El
cardenalato nos debe llevar “a descubrir que este es un servicio de entrega incondicional”
y así “nos identifiquen más con Jesucristo” y “minimicemos lo más mundano”.
Finalmente, tiene presente a todos los
fieles -sacerdotes, laicos, religiosas, comunidades– que le ayudan a
llegar a las “periferias” tanto existenciales como reales, en su arzobispado.
Personas que hacen un gran trabajo y gracias a las cuales se siente “muy
ayudado”.
ROCÍO LANCHO GARCÍA
Fuente:
Zenit