¡Hoy es el tiempo del coraje, hoy se necesita coraje!
El
papa Francisco rezó este domingo la oración del ángelus ante miles de fieles
reunidos en la plaza de San Pedro. A continuación el texto completo.
Antes
del ángelus
Queridos
hermanos y hermanas, ¡buenos días! La
segunda lectura litúrgica del día nos
presenta la exhortación de san Pablo a Timoteo, su colaborador e hijo
predilecto, en la cual reflexiona sobre la propia existencia de apóstol
totalmente consagrado a la misión.
Viendo
a esta altura cercano el final de su camino terreno, la describe refiriéndose a
tres períodos: el presente, el pasado y el futuro.
El
presente lo interpreta con la metáfora del sacrificio: “Estoy por ser arrojado
como ofrenda”. Por lo que se refiere al pasado, Pablo indica que su vida ha
transcurrido con la imagen de la ‘buena batalla’, y del ‘correr’ de un hombre
que ha sido coherente con sus propios empeños y las propias
responsabilidades. Como consecuencia para el futuro confía en el
reconocimiento por parte de Dios, que es ‘juez justo’.
Pero
la misión de Pablo ha resultado eficaz, justa y fiel debido a la cercanía y a
la fuerza del Señor, que hizo de él un anunciador del Evangelio a todos los
pueblos.
Esta
es su expresión: “El Señor me ha estado cercano y me ha dado fuerza, para que
pudiera llevar a cumplimiento el anuncio del Evangelio y todos los pueblos lo
escucharan”.
En
esta narración autobiográfica de san Pablo se refleja la Iglesia, especialmente
hoy, en la Jornada Misionera Mundial, cuyo tema es “Iglesia misionera,
testimonio de misericordia”.
En
Pablo la comunidad cristiana encuentra su modelo, en la convicción que es la
presencia del Señor la que volverá eficaz el trabajo apostólico y la obra de
evangelización. La experiencia del Apóstol de las Gentes nos recuerda que
debemos empeñarnos en las actividades pastorales y misioneras, de una parte,
como si el resultado dependiera de nuestros esfuerzos, con el espíritu de
sacrificio del atleta que no se detiene ni siquiera delante a las derrotas;
pero de otra, sabiendo que el verdadero éxito de nuestra misión es el don de la
Gracia: es el Espíritu Santo quien vuelve eficaz la misión de la Iglesia en el
mundo.
¡Hoy
es tiempo de misión, es tiempo de coraje!, coraje de reforzar los pasos
vacilantes, de retomar el gusto por dedicarse al Evangelio, de retomar
confianza en la fuerza que la misión lleva consigo. Es tiempo de coraje, si
bien el hecho de tener coraje no significa tener garantizado el éxito.
Se
nos pide el coraje de luchar, no necesariamente para vencer; para anunciar, no
necesariamente para convertir. Se nos pide el coraje para ser alternativos al
mundo, sin nunca volvernos polémicos o agresivos. Se nos pide el coraje de
abrirnos a todos, sin disminuir nunca lo absoluto y la unicidad de Cristo,
único salvador de todos.
Se
nos pide el coraje de resistir a la incredulidad, sin volvernos arrogantes. Se
nos pide también el coraje del publicano del Evangelio de hoy, que con humildad
no osaba ni siquiera elevar los ojos al cielo, pero se golpeaba el pecho
diciendo: “Oh Dios, ten piedad de mi pecador”. ¡Hoy es el tiempo del
coraje, hoy se necesita coraje!
La
Virgen María modelo de la Iglesia “en salida” y dócil al Espíritu Santo, nos
ayude a todos a ser, gracias a nuestro Bautismo, discípulos misioneros para
llevar el mensaje de la salvación a toda la familia humana”.
El
Papa Reza la oración del ángelus y después dirige las siguientes palabras:
“En
estas horas dramáticas estoy cercano a toda la población de Irak, en particular
a la de la ciudad de Mosul. Nuestros ánimos están consternados por los tremendos
actos de violencia que desde hace demasiado tiempo se están cometiendo contra
ciudadanos inocentes, sea musulmanes que cristianos o pertenecientes a otras
etnias y religiones. He sentido dolor al escuchar noticias del asesinato a
sangre fría de numerosos hijos de esta querida tierra, entre los cuales muchos
niños. Esta crueldad nos hace llorar, dejándonos sin palabras.
A
estas palabras de solidaridad les acompaño asegurándoles que les tengo presente
en la oración, para que Irak, aunque duramente golpeado, sea fuerte y firme en
la esperanza de poder ir hacia un futuro de seguridad, de reconciliación y de
paz. Por todo esto les pido a todos unirse a mi oración, en silencio”.
El
Santo Padre reza un Ave María.
“Queridos
hermanos y hermanas, les saludo a todos, peregrinos provenientes desde Italia y
varios países, iniciando por los polacos que recuerdan aquí en Roma y en su
patria los 1050° aniversario de la presencia del cristianismo en Polonia.
Recibo
con alegría a los participantes del Jubileo de los Corales de Italia, a los
caminantes provenientes de Asís en representación de las propias localidades
italianas, y a los jóvenes de las confraternidades de las diócesis de Italia.
Se
encuentran presentes además, grupos de fieles de tantas parroquias italianas:
no tengo la posibilidad de saludarlos uno a uno, pero les animo a proseguir con
alegría el camino de la fe.
Un
pensamiento especial dirijo a la comunidad peruana de Roma, aquí reunida con la
sagrada imagen del Señor de los Milagros.
Les
agradezco a todos y les saludo con cariño. ¡Les deseo un buen domingo! Y por
favor no se olviden de rezar por mi”. Y concluyo son su habitual “Buon
pranzo e arrivederci”.
SERGIO MORA
Fuente:
Zenit