El mundo moderno es un
terreno minado
Ropa
provocadora, comentarios con segundas intenciones, bromas groseras, películas
obscenas, sitios web indecentes… Hay un sinfín de tentaciones atrayentes que
pueden hacer caer incluso al mejor de nosotros en la trampa del pecado y la
impureza. El mundo actual es un terreno minado en el que, a cada paso y vuelta
de esquina, encontramos una bomba de inmoralidad que puede explotar en
cualquier momento.
Hace casi cien
años, Nuestra Señora de Fátima se apareció a tres niños
pastores: Lucía y sus primos Francisco y Jacinta. La Virgen se les apareció
seis veces, desde el 13 de mayo al 13 de octubre de 1917. Desde la última aparición, 70.000 personas acuden al “baile
del sol”.
Uno de los
mensajes de Nuestra Señora concernía a la Salvación y la perdición de la
humanidad. La Virgen manifestó que muchas almas se perderían en las llamas del
infierno a causa de los pecados contra los mandamientos 6.º y 9.º, los pecados
de impureza.
He aquí cinco
armas espirituales para luchar contra la impureza:
1. Desplegad
las armas de la oración
En el huerto de
Getsemaní, Cristo recordó a los apóstoles y al mundo entero: “Velad y orad,
para que no entréis en tentación; el espíritu a la verdad está dispuesto, pero
la carne es débil” (Mateo 26, 41). En lugar de rezar, los apóstoles se durmieron y
así fallaron al Señor.
A menudo es una
falta de oración lo que nos empuja a caer en el pecado, sobre todo en el de la
impureza. Imploremos al Señor y pidámosle que nos guíe por el camino de la
virtud. Vayamos a comulgar con regularidad: la Santa Comunión nos alimenta con
el cuerpo y la sangre de Cristo, Su alma y Su dignidad. Recibimos así toda la
pureza del corazón sagrado de Jesús. En las palabras nobles de san Pablo: “Y ya
no soy yo quien vive, sino que es Cristo quien vive en mí” (Gálatas 2, 20). ¿Qué mejor forma para vivir una existencia
pura que rezar y comulgar con frecuencia?
2. No juguéis
con fuego
El proverbio
acierta de lleno: “El que juega con fuego, se acaba quemando”. Hagamos gala de
sentido común y de prudencia. Un ejemplo sencillo: después de una cena de
enamorados, un chico invita a su novia a ir a su casa (para rezar el rosario,
por ejemplo). Damas y caballeros, ¡cuidado! Hace falta poco para sucumbir a las
tentaciones de la carne.
3. Huid de la
pereza
“La ociosidad
es la madre de todos los vicios”, dice el refrán… “La pereza hace dormir
profundamente, y el perezoso habrá de pasar hambre” (Proverbios 19, 15). El aburrimiento abre una puerta a
tentaciones de todo tipo. Hay tantos jóvenes que van a sitios web pornográficos
porque tienen mucho tiempo libre ¡y se aburren! Así que huid de la pereza y
ocupaos el tiempo (¡hay tantísimas cosas que hacer!).
4. Id a
confesaros (¡a menudo!)
El ser humano
no es perfecto, todos cometemos errores. Pero la vida espiritual nos invita a
la oración y a la penitencia. Esforcémonos para ayunar y abrirnos por completo
al Señor. Los santos nos enseñaron esta lección, tomémosles como modelos. San
Pablo afirma: “Cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia” (Romanos 5, 20). ¡La confesión puede transformar nuestras
almas!
5. Rezad a
la Santísima Virgen, ejemplo de virtud
Con el
bautismo, nuestros cuerpos se convierten en el templo del Espíritu Santo, y con
la primea comunión, los tabernáculos del Santo Sacramento. Que la Virgen María,
radiante de virtud y humildad, sea nuestro modelo y nuestra guía hacia la
pureza. Roguémosle que interceda en nuestro favor y que nos ayude a vivir según
la beatitud que Jesús nos enseñó: “Bienaventurados los de limpio corazón,
porque verán a Dios” (Mateo 5, 8). Amén.
Fuente: Aleteia