La herida del aborto es la de una madre que ha perdido a su hijo
de una manera traumática y antinatural. Es un fenómeno global
“En este Año de la Misericordia
es importante reconocer que el aborto es el campo de batalla de nuestro tiempo”,
advirtió Vicky Thorn, fundadora del Proyecto Raquel, una iniciativa de la Iglesia en Estados Unidos que asiste a mujeres
con el síndrome post aborto y que “debe ser entendido como un hospital de
campaña que ofrece misericordia”.
Thorn dijo estas palabras
durante el tercer día del “Extraordinario Jubileo de la Misericordia en el
Continente Americano” que se realiza en Bogotá (Colombia) hasta el 30 de agosto
y que es convocado y organizado conjuntamente por la Pontificia Comisión para
América Latina (CAL) y el Consejo Episcopal Latinoamericano (CELAM), en
contacto y colaboración con los episcopados de Estados Unidos y Canadá.
La líder pro-vida compartió el panel “Experiencia de
obras de misericordia en las Américas” con el P. Renato Poblete del Hogar de
Cristo (Chile), el Hno. Hans Stapel de Fazendas de Esperanza (Brasil), Mons.
José Luis Azuaje de Cáritas Latinoamericana, y Andrew Walther, Vicepresidente
de Comunicaciones de los Caballeros de Colón que asistió en nombre del CEO de
esta organización, Carl Anderson.
Thorn dijo que si bien la
Organización Mundial de la Salud indica que cada año hay unos 40 o 50 millones
de abortos en todo el mundo, en realidad, “el número total de mujeres que han
experimentado un aborto es desconocido, pero se trata de una herida
generalizada que clama por la misericordia Dios”. “La herida del aborto es la
de una madre que ha perdido a su hijo de una manera traumática y antinatural.
Es un fenómeno global”, señaló.
La fundadora del Proyecto
Raquel criticó que los promotores del aborto hablen del síndrome post aborto
“como de un simple procedimiento médico”; sin embargo, las mujeres que
abortaron “viven una gran confusión por la profundidad de su padecimiento” y
muchas, “aunque no provengan de una tradición religiosa, llegan a creer que han
cometido un pecado imperdonable”.
Pero el aborto también afecta a
los padres, que “heridos por la pérdida de un hijo, con frecuencia se alejan de
la Iglesia” y caen en comportamientos riesgosos. “Tanto hombres como mujeres
necesitan ser ayudados”, afirmó.
En ese sentido, recordó las
palabras de San Juan
Pablo II en la Evangelium
Vitae, donde expresa a las mujeres que han abortado la
cercanía de la Iglesia, que “sabe cuántos condicionamientos pueden haber
influido en vuestra decisión, y no duda de que en muchos casos se ha tratado de
una decisión dolorosa e incluso dramática”; y por ello las anima a no dejarse
vencer por el desánimo ni abandonar la esperanza, sino confiar su hijo a Dios y
a su misericordia.
Por ello, destacó la
importancia del Proyecto Raquel, que desde 1984 sale “al encuentro de hombres y
mujeres para que, a través de un contacto telefónico y un correo electrónico,
puedan encontrar un punto de referencia para recibir cuidado y, sobre todo, a
un grupo muy preparado de Confesores, profesionales de la salud mental,
directores espirituales” y otras personas dispuestas a acompañarlos en un
proceso de curación.
“La mayoría de las diócesis de
Estados Unidos cuentan con un centro de atención, pero es necesario desarrollar
planes para dar a conocer con mayor amplitud que existe este tipo de ayuda. Con
el tiempo, además de ello, grupos católicos han llegado a construir en
cementerios católicos espacios dedicados a los niños no nacidos”, y además
“multitud de mujeres han podido encontrarse con la misericordia y el perdón a
través del Sacramento de la Confesión”.
Thorn aseguró que este
ministerio “es un buen ejemplo del modelo de Iglesia como ‘hospital de
campaña’” y que “los resultados de esta curación son muchos”.
“Las personas heridas no
solamente son sanadas y liberadas a través del cuidado compasivo de la Iglesia,
y por el retorno a una vida sacramental; también aquellos que no conocían a la
Iglesia y se acercan buscando ayuda, en muchos casos terminan abrazándola. Y lo
que es muy importante, las personas sanadas jamás vuelven a apoyar el aborto y,
de hecho, trabajan diligentemente para defender la vida. ¡Son ellas las que
pondrán punto final al aborto!”, expresó.
Por Eduardo Berdejo
Fuente:
Zenit