Un
pensamiento mágico religioso que no lo debe hacer un cristiano
Hoy algunos predicadores
protestantes y algunos católicos proclaman una nueva moda que ha resultado muy
eficaz para mantener contentos a esa gente, dicen: DECRETA tu
prosperidad; DECLARA tu sanidad y recíbela en el nombre de Jesús; PROCLAMA Y DECRETA que ya eres libre de las deudas y créelo, porque para el que
cree todo es posible. Todo esto se presenta como mágico.
Esto es lo que sucede cuando no se profundiza la palabra de Dios y se camina por lo erróneo y se proclama un pensamiento mágico. Tan solo con decir las palabras te va a ocurrir.
Esto es lo que sucede cuando no se profundiza la palabra de Dios y se camina por lo erróneo y se proclama un pensamiento mágico. Tan solo con decir las palabras te va a ocurrir.
Ya nada más falta que se utilice una varita mágica. En algunos casos a lo mejor no se utiliza, pero si se promueve agua, aceite, sales, cirios y pañuelos que supuestamente si los llevas a tu casa sanarás o conseguirás lo que tanto anhelas. Esto ya raya en la superstición y hasta la idolatría.
Al promover ese pensamiento
mágico religioso lo único que se está enseñando es que Dios está obligado
a cumplir su palabra, por tanto debemos ordenarle para que lo haga.
Algunos predicadores y
promotores de este pensamiento mágico religioso llegan a decir: Tus palabras
tienen poder, declara por fe que ya tienes lo que pides, llama a las cosas que
no son como si ya fuesen ¡Ejercita tu fe! Y Jesucristo que dijo que TODO
lo que pidiéramos en su nombre se nos daría.
Busquen Mateo 7, 7 – 8, que
dice: Pidan, y Dios les dará; busquen, y encontrarán; llamen a la
puerta, y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; y el que busca, encuentra;
y al que llama a la puerta, se le abre.
O como dice en Marcos 11,
24: Por eso les digo que todo lo que ustedes pidan en oración, crean
que ya lo han conseguido, y lo recibirán.
Imagínense a hombres
mortales, que no somos más que polvo; a pecadores débiles, llenos de
egoísmo, avaricia, vanagloria y muchas cosas más ordenándole al Dios
todopoderoso que se hagan las cosas como yo las pido o yo las quiero.
Estas cosas llegan a darse
por desconocimiento de la palabra de Dios. Por eso se cae en estos absurdos.
Pero también pudiera ser que los que ya han leído la Biblia y presumen de
conocedores la utilicen para llenar su egoísmo, para satisfacer su avaricia.
Digo que la han leído y la memorizaron pero no la conocen porque si la
conocieran no harían eso.
En la cita de Mateo 7, 7 se nos invita a pedir y a buscar pero Dios no nos concede caprichos. Dice san Agustín que Dios nos concede las cosas cuando nuestro corazón ya está preparado para recibirlas y nos las concede si eso que pedimos es para nuestro bien.
En la cita de Marcos se nos
invita a tener confianza y esperanza cuando pedimos a Dios.
LA BIBLIA NOS ENSEÑA COMO
ACTUABAN LOS HOMBRES DE DIOS
Jesús suplicó por Pedro al
Padre: pero YO HE ROGADO por ti, para que no te falte la fe. Y
tú, cuando te hayas vuelto a mí, ayuda a tus hermanos a permanecer firmes.(Lucas
22, 32)
Jesús suplicó al Padre por
sus discípulos: YO TE RUEGO por ellos; no ruego por los que
son del mundo, sino por los que me diste, porque son tuyos. (Juan 17,
9)
Jesús suplicó a Dios Padre
por sí mismo: Mientras Cristo estuvo viviendo aquí en el mundo, con voz fuerte
y muchas lágrimas ORÓ Y SUPLICÓ A DIOS, que tenía poder para
librarlo de la muerte; y por su obediencia, Dios lo escuchó.
Así que Cristo, a pesar de
ser Hijo, SUFRIENDO APRENDIÓ LO QUE ES LA OBEDIENCIA; (Hebreos
5, 7-8)
San Pablo enseñó a la
iglesia cómo orar al Padre: No dejen ustedes de orar: RUEGUEN Y PIDAN A DIOS
SIEMPRE, GUIADOS por el Espíritu. Manténganse alerta, sin desanimarse,
y oren por todo el pueblo santo. (Efesios 6, 18)
Ordenar a Dios cuando
oramos es una de las peores blasfemias contra su divinidad y autoridad. Por si
la palabra blasfemia no se comprende vamos a ver lo que dice la etimología, es
decir la raíz de la palabra o el origen. Blasfemia viene del griego y significa
hablar contra Dios.
Dentro de la óptica que
presentamos creemos que Dios contesta nuestras oraciones, aquellas que hacemos
con temor reverente y sabiduría y no caprichos humanos. Creemos que Dios tiene
el poder de sanar, libertar, restaurar y toda clase de cosas positivas suceden
cuando clamamos con fe. Dentro de nuestra fe alcanzamos la respuesta y
misericordia de Dios cuando reconocemos su grandeza y nuestra bajeza, es decir,
Dios es el rey y nosotros los siervos. Creemos que Dios atiende nuestras
suplicas, clamor, ruego, pedido, y mira nuestra actitud.
Nosotros como cristianos,
nos postramos en humillación delante de Dios, y es Dios quien decreta, no
nosotros. Nosotros no decretamos ni declaramos, nosotros esperamos en la
voluntad de Dios.
Hay que tener presente que
muchos decretan o declaran. Dicen declaro en nombre de Dios sanidad o libertad
en esta persona o declaro felicidad. Declarar según el Diccionario de la real
academia de la Lengua Española es: exponer, dar a conocer o explicar. Pero en
el ambiente cristiano se ha tergiversado este término y lo que se hace es como
estipular o determinar y no anunciar, que es el verdadero sentido de la
palabra. Yo mismo anuncio la palabra de Dios en los programas de radio, podría
decirse que declaro ante los que me escuchan que Dios tiene poder para cambiar
las vidas de todos aquellos que dispongan su corazón ante su presencia.
El diccionario de la real
academia de la lengua española dice de la palabra DECRETAR: Dicho de la persona
que tiene autoridad o facultades para ello: Resolver, decidir. Con el
sentido común debemos de entender que para un cristiano NO es correcto andar
decretando por aquí y por allá. Un día me encontré con una persona después de
15 años y al despedirse me dijo que decretaba felicidad sobre mi persona. No
pude corregirle pues ya nos despedíamos, pero espero vea este mensaje.
Por: P. Modesto Lule Zavala msp
