Las Josefinas trabajan
con las niñas peruanas que viven en situaciones de vulnerabilidad
“¡Todo estará bien mamá, nos vemos
el sábado!”: estas son las últimas palabras que atesora Rosario Espinoza en su
corazón del momento en que dejó a su niña de 10 años en La Casa- Hogar
Nazareth bajo el cuidado de las Hermanas Josefinas de la Santísima
Trinidad.
“Descubrí mi vocación observando a
mi tía poner inyecciones en mi pueblo. La congregación me dio los estudios de
enfermería. Desde hace 40 años vivo mi vocaciónal servicio de las niñas en
situaciones de vulnerabilidad”, explica la hermana Ángela Alonso
Moreno, superiora de la congregación”, quien abrió las puertas de este hogar
ubicado en pleno corazón del Callao, el primer puerto del Perú.
Niñas en
situaciones de vulnerabilidad
“He sufrido mucho para lograr
desprenderme de ella, pero sé que en el hogar con las hermanas estará bien
cuidada. Siempre he deseado lo mejor para ella. No quiero que viva lo que
yo viví, cuando mantuve una relación de maltrato con mi pareja. Las
heridas que quedaron en el alma han sido sanadas por el buen obrar de las
hermanas. Para ellas la mujer es quien ocupa el rol principal en una
familia”, expresó Lady.
La hermana Norayda Blanco es
educadora social de nacionalidad mexicana y es quien se encarga de instruir a
las niñas en sus conocimientos cuando llegan de la escuela.
“Devolver la
esperanza es un trabajo que realizamos a diario con las pequeñas, enfrentar el día a día participando con dificultades en la construcción
de su propio desarrollo. En La Casa-Hogar Nazareth atendemos a 18 mujeres entre
los 3 y 15 años, ellas provienen de las zonas más deprimentes del Callao y del
Cercado de Lima”, contó.
“Las niñas ingresan al hogar con
actitudes de agresividad, sentimientos de rebeldía y en algunos casos se
muestran hostiles”, esto como consecuencia de las carencias
afectivas y emocionales que han tenido en sus familias. Ellas pasan
por un proceso y reciben untratamiento psicológico que
las acompaña”, agrega.
Con una mirada
a la Sagrada Familia
El próximo 28 de mayo la Congregación
cumple 25 años de presencia en el Perú. La hermana Gloria Armijo, de
nacionalidad chilena, es educadora de profesión. ”Estoy a cargo de las más
pequeñas”, dice sonriente.
“Cada mañana me toca despertarlas y
alistarlas para el colegio”. Cuando llegan a la casa de la escuela se toman
unos minutos para rezar al Santísimo. En su labor presentan a Jesús como un
amigo, de esta forma alejan del corazón de las niñas la violencia.
En Latinoamérica están presentes en
Chile, México, Honduras y El Salvador. Asisten a las poblaciones
vulnerables en la promoción integral del ser humano a través de la salud, la
educación, la pastoral y la catequesis.
Fuente: Aleteia