Segundas oportunidades
Hola, buenos días, hoy Sión nos lleva al Señor. Que
pases un feliz día.
Sor Puri, la mayor del Monasterio, se había unido a la
conversación del Noviciado. De pronto, me miró muy seria.
-¿Por qué llevas el escapulario al revés?
Te aseguro que el escapulario es exactamente igual por
delante que por detrás. Es imposible darse cuenta... salvo por un pequeño
detalle: la cremallera del hombro. Sor Puri vio que la llevaba en el hombro
derecho, y supuso alguna piratería...
¿Recuerdas las manchas de mi escapulario? ¡Darle la
vuelta era la solución más rápida!
Me enganchó del escapulario y me llevó directa a un
grifo.
-¿Lo ves? -me decía mientras frotaba enérgicamente-
¡Esto se quita en un momento! Ya puedes volver a ponerte el escapulario como
Dios manda... -y me regaló su mejor sonrisa de satisfacción.
Sentí que el Señor estaba detrás de aquel gesto. Sí,
mi escapulario no ha conocido qué es eso de permanecer impoluto, pero ha conocido
algo mucho mejor: la misericordia, la belleza indescriptible de una nueva
oportunidad.
Nosotros, ante Cristo, somos también como mi
escapulario. Nos manchamos con una facilidad impresionante, ¡pero Cristo
siempre está pendiente hasta del más mínimo detalle, dispuesto a llevarnos al
grifo de su gracia! Las manchas se transforman en agradecimiento, ¡han sido
motivo de la demostración del amor más grande: la misericordia infinita!
"¡Oh, feliz culpa, que mereció tal Redentor!"
Hoy el reto del amor es misericordia. Te invito a que
le des gracias al Señor por su amor incondicional, que abraza manchas, rotos y
desgarrones para dar siempre nuevas oportunidades. Y te invito que, como Él,
hoy tú también actúes así con los de tu alrededor. Hoy, cuando veas una mancha
en un compañero, amigo o familiar... ¡cambia el juicio por la misericordia!
¡Feliz día!
VIVE DE CRISTO
Fuente: Dominicas de Lerma